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Uso y riesgo de los medios públicos

Cuando Ràdio Calvià se dispone a celebrar sus tres décadas de vida, el ayuntamiento saca a concurso la gestión de la emisora y de las revistas municipales. Como ocurre tantas otras veces en este ámbito de los medios de comunicación de titularidad pública, lo hace con equipaje de polémica motivada por dos contenidos principales, el periodo de la concesión, veintidós meses, hasta la antesala de los próximos comicios y el importe económico, 252.000 euros, considerado caro y, en boca de la oposición, "despilfarrador".

Calvià tiene experiencia en fracasos de medios audiovisuales de invención y sustento municipal. Basta recordar el naufragio de la televisión local como tortazo de mayor secuela. Los tropiezos vividos deben servir de experiencia para no repetir incidentes a la hora elegir entre las cinco empresas en liza y confirmar que la propuesta técnica, muy valorada en el baremo, con ser importante, no es lo único que salvará a los medios de comunicación municipal. Los principios y la profesionalidad siguen siendo inexcusables en tiempos de inmediatez y alta tecnología.

Es cierto que las bases de la convocatoria propugnan la transmisión de noticias locales en condiciones óptimas de rigor y objetividad. La clave del asunto estará pues en saber hallar la sintonía y la onda adecuada para llevar esta voluntad a la práctica, es decir, a los oyentes y a los lectores. Hay que tener en cuenta también que un medio de comunicación público necesita tener en la vocación de servicio y equidad su la principal razón de ser. Debe hallar el espacio propio compatible con los medios privados. Tampoco puede ser bajo ningún pretexto, un instrumento al servicio político del gobernante de turno. Por desgracia, sobran los casos conocidos en los que se ha caído en esta tentación.

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