El bar de Can Malet, ubicado en la zona de Sa Creveta de Santa Margalida, cerró sus puertas el pasado domingo. Era un bar relativamente joven, nació en 1974, pero muy conocido en el municipio y en todos los pueblos de la comarca. En 1991 cambió de propietarios y empezaron a regentarlo Biel Roig y Jerònia Castelló. Ambos dejaron sus respectivos trabajos y se dedicaron en cuerpo y alma a su nuevo cometido: llevar el bar de Can Malet a lo más alto posible, conseguir que fuera todo un referente, y lo consiguieron.

Ha sido un bar familiar dentro de Santa Margalida, un bar que todos los vecinos y vecinas de La Vila, así como mucha gente de otros pueblos de la isla conocen bien, sobre todo por sus apetitosos platos y su buen trato.

Todos tenían muy claro que Can Malet formaba parte activa de las fiestas de la localidad por las meriendas que servían después de las buenas verbenas que se celebraban en la plaza. Pero lo realmente importante es que el bar era un eslabón más de la fiesta, y en concreto de la 'processó' de la Beata, ya que el 'Gat escaldat' acababa allí, donde se guardaban año tras año las pancartas de los pasa-calles.

Encuentro de los dimonis

El día de la procesión Can Malet era el punto de encuentro de los 'dimonis', donde algunas horas antes de la partida merendaban todos juntos. Todo el pueblo se ha volcado para organizar una gran fiesta de despedida. Más de mil personas han querido participar y dedicar un recuerdo a este local que tanto representó para mucha gente. No han faltado los 'xeremiers' ni, por supuesto, los 'dimonis', y a lo largo del día llegaban los regalos y los recuerdos.

Toni Mas, conocido historiador de Santa Margalida, ha sido un parroquiano de toda la vida de Can Malet y quiso sumarse a esta gran fiesta de despedida que todo el pueblo a dedicado al bar. "A veces un bar no es solo un lugar para ir a tomar un café o a merendar. Puede ser muchas más cosas y Can Malet es un claro ejemplo de ello", relata Toni Mas, quien prosigue: "No es que hagan un buen café o una buena comida, (por cierto sus 'tumbets' tienen fama en toda la comarca), no, no es esto, es otra cosa. Para empezar, es un bar de barriada, es el bar de Sa Creveta, la parte de la Vila que mira hacia Maria. Tiene una clientela fiel, de estos que se levantan a las seis para ir a tomar un café, otros prefieren un 'mesclat', hierbas o un coñac muy temprano. Pero también es muchas más cosas; cuando a las seis llegan los clientes de toda la vida, que tienen su lugar fijo y se encuentran, si es fin de semana o tiempos de 'revetles', con grupos de jóvenes del pueblo que van de gresca y bulla a merendar, la estampa que se origina es para verla. Pero Biel, Jerònia, sus hijos Joan y Catalina, Joana y Cati Mari han tenido siempre una paciencia infinita que solo pueden tener los que, como ellos, les gusta el pueblo".

Can Malet estaba muy ligado con la fiesta y la Beata. Los 'dimonis' de la 'processó' merendaban juntos al despuntar el día. Era una secuencia de los tiempos en que acudían a vestirse a la casa de Biel Vaquer, el Dimoni Gros, ya fallecido, que está muy cerca de Can Malet. La cosa iba a más año tras año, y cuando en 1993 una fiesta espontánea, 'S'aigo' se convirtió en el 'Gat Escaldat', una fiesta de los jóvenes con una procesión que de manera oficial acababa en la plaza de Ramón y de Panxo "Sa placeta del Dimoni" y de manera oficiosa a Can Malet, justo allí donde todo el año hay los estandartes de la Confraria Vilera de Gats i Gates. También se sumaban a la fiesta los 'xeremiers' y todos juntos lo festejaban cantando y tocando Sor Tomasseta hasta las diez de la mañana. "Tantos recuerdos de la barriada, clientes de taburete y de mesa fija. Los cafés, como bar, son igual que los cafés para beber y no duran toda la vida, hemos de saber saborearlos. Hoy empieza la melancolía, pero con una despedida como es debido", termina diciendo Toni Mas.