En situaciones de normalidad rutinaria se tiende más a actuar con criterios de apetencia y comodidad personal que de interés colectivo. Sobre todo si uno está de vacaciones y aún más si es fuera de la residencia habitual. Lo demuestran los comportamientos que se manifiestan en las playas de Mallorca y sus accesos.
Las medidas disuasorias o de llamada a la responsabilidad y a la seguridad tienen poco efecto en estos casos. La barrera de prohibición de acceso a la carretera de la salinera, cuando el estacionamiento está lleno, son sorteadas con frecuencia por quienes acuden a Es Trenc.
Es el problema de la masificación y de falta de espacios, transporte público y recursos adecuados para gestionar la movilidad y la concentración humana en la Mallorca turística. Todo ha sido demasiado rápido y abrupto, apenas ha habido tiempo para adquirir conciencia de la problemática y de adoptar medidas adecuadas más allá de un bus lanzadera que resulta insuficiente. Pero esto no justifica el todo vale.
