La sucesión de problemas y precariedades sobre los que permanece varado el sector pesquero balear no le permiten acumular más lastre o adentrarse en otras aguas revueltas.
Por eso mismo resulta conveniente hallar una pronta solución al conflicto surgido entre la ´barca del bou´ de Cala Rajada y los pescadores de langosta que faenan en el canal de Menorca. A falta de una reglamentación específica y vistas las distancias marcadas por la Administración, casi siempre de vacaciones, se impone el sentido común y el mantenimiento de los acuerdos tácitos existentes hasta ahora.
En el mar, el sol también sale para todos. Ver a los pescadores enredados en sus propias artes es un espectáculo poco edificante y de riesgo significativo en un medio natural que solo es dócil y plácido en cuestiones de ocio. El trabajo en el mar es mucho más duro. No necesita complicarse con conflictos profesionales. Se adivina la conveniencia de sosiego y de mediación para que, tanto los pescadores de langosta como la de otras especies, puedan respetar y usar por igual caladeros y medios de trabajo.
