En esta isla sin puertas ni controles y desconocedora a voluntad de sus propios límites, lo foráneo está sobrepasando a lo autóctono. En todos los sentidos, incluido el de las especies animales invasoras de terrenos, plantas y otros espacios que no les son propios.
Así las cosas, el equilibrio incrementa su fragilidad desestabilizadora. Encontrar una serpiente de dimensiones y comportamientos superiores al del reptil común de la garriga mallorquina podía ser hasta hace poco un hecho exótico y un divertimento por lo excepcional. Sin embargo, ahora se ha vuelto una preocupación porque es expresión manifiesta de una abundancia desaconsejable y desbarata comportamientos y ya la tranquilidad de la convivencia con animales domésticos y mascotas.
Las culebras de herradura y de escalera se van conociendo en Mallorca en base a los sobresaltos y rapiñas que producen. Se sabía de su llegada a la isla al amparo de algunas plantas procedentes de la península. Mallorca también es un plácido parque temático para estas dos especies de serpiente. Se han aclimatado con sigilo y gran facilidad. Ya llegan a las casas y, especialmente la de escalera, se apodera de pequeñas aves y mamíferos para alimentarse. Son el inquilino indeseado, el visitante no invitado al bostezo de la calma mallorquina.
La verdad es que, puestos a interrumpir la siesta, era mejor hacerlo por causas de mayor calado. Pero tampoco es plan que una serpiente invasora, de longitud respetable, se cole en la despensa o se zampe el canario, como está ocurriendo, aunque su agresividad sea limitada y no pueda ir más allá de una molesta mordedura.
Las serpientes forasteras han cogido ventaja a los agentes forestalesserpientes forasteras han cogido ventaja a los agentes forestales y han sobrepasado el silencio los despachos de la Conselleria. Solo se conoce el remedio de las jaulas trampa que están instalando los cazadores y la alianza con los gatos, capaces de ponerlas a raya. En todo caso, parece claro que tenemos nuevos residentes.
