El alcalde de Sencelles, municipio al que pertenece Biniali, Joan Carles Verd, había prohibido este año la entrada a menores de 16 años sin ir acompañados de una persona mayor de edad. Para efectuar los controles se colocaron dos puestos de vigilancia en las dos entradas del pequeño pueblo. Junto a esa medida se aplicó escrupulosamente la ordenanza antibotellón impidiendo la entrada en el pueblo de botellas conteniendo líquidos.

Efecto

Las medidas, que aunque cabe explicar que bordean el límite de la legalidad, surtieron efecto y evitaron en gran medida la masificación de año pasado en la que se contabilizaron más de 5.000 asistentes al evento.

Verd explicó ayer que "lo más preocupante es la ingesta de alcohol en menores de edad. Lo que he querido evitar a toda costa es la lamentable tarea de tener que recoger a niños y niñas de 14 ó 15 años borrachos y tener que avisar a sus padres, que en muchos casos ni sabían donde estaban".

El dispositivo de vigilancia contó con el auxilio de agentes de policía de municipios vecinos y una excelente comunicación entre la Policía de Sencelles y la de Binissalem, comunicando la segunda cualquier llegada de grupos de jóvenes en tren con destino a la verbena 'binialera'.

Los agentes hicieron una férrea labor de control, obligando a los jóvenes a entregar cualquier botella que llevasen antes de entrar al pueblo. Eso no evitó que en los alrededores se produjeran escenas de botellón pero ello se saldo con 20 denuncias.

A pesar de todo se debe lamentar un coma etílico así como dos conatos de pelea. A pesar de ello, el alcalde sostiene que "es lo que se puede calificar como normal. lo que no es lógico es lo que sucedió el año pasado. Los mismos vecinos me lo decían ayer, al contrario que el año pasado, en que todo eran quejas".

La experiencia de ayer se exportará a las fiestas patronales del mismo Sencelles, según anunció el alcalde. "Lo más problemático en Sencelles es la fiesta de l'Embalat porque el resto al coincidir con fiestas en muchos otros pueblos queda diluido".