Entre 20 y 30 personas se acercaron a primera hora de la mañana a la plaza de España de Sóller para presenciar la retirada de la cruz que hasta ayer culminaba el monumento a los Caídos. El trabajo de los operarios estuvo precedido por un ambiente tenso en el que no faltaron los gritos, algún insulto, reproches e incluso una pancarta que desplegaron miembros de la comunidad católica del municipio.

Con la presencia de agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil, los manifestantes desalojaron la zona acordonada de forma voluntaria para dar inicio a las labores de desmontaje de las piezas de piedra, una tarea que tardó poco más de una hora en hacerse con la ayuda de un camión grúa que bajó las piezas hasta el suelo.

El alcalde Jaume Servera no se acercó a la zona, pero sí lo hizo el concejal de Infraestructuras, Andreu Castanyer, que fue increpado por algunos de los asistentes. La concejal Catalina Esteva apoyó con su presencia a Castanyer, un edil que justificó que la retirada de la cruz se realizaba en cumplimiento de un acuerdo plenario y por las "connotaciones religiosas" que tenía el monumento que fue "erigido por el nacional catolicismo". Castanyer recordó que en 2016 ya se retiraron las inscripciones franquistas y que su ejecución "forma parte del programa electoral de Més.

Las piezas fueron cargadas en un camión ya que el ayuntamiento la colocará en una sepultura municipal del cementerio.

La retirada de la cruz suscitó mucha curiosidad, y durante las tareas numerosas personas deambularon por la plaza de España para observar cómo se retiraba el polémico elemento.

Los manifestantes que ayer protestaron por la retirada de la cruz forman parte de la comunidad cristiana del municipio. Juan Antonio Darder, que actuó de portavoz, señaló: "Nos sentimos traicionados por el alcalde", y recordó que "tras la retirada de las inscripciones, nos prometió que la cruz no se retiraría". Darder, junto a otros manifestantes desplegó una pancarta en la que se podía leer "Revanchismo, sectarismo, tergiversación, odio, cristianofobia. Este no es el camino. La cruz no se toca. Somos cristianos".

En el otro polo, una mujer que trabaja en un bar próximo al monumento no dudó en salir a la calle para gritar "que lo derriben todo". Algunos simpatizantes de Més acudieron a la cita, como también algunos miembros del PP. Ignacio Martí, miembro de la junta insular del PP, tomó parte en la protesta. Laura Celià (Més) aseguró que no estará satisfecha del todo hasta que se derribe el monumento al completo.