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Entrevista

Antoni ´Indiana´ Pons: "Me descolgué desde un quinto piso para auxiliar a una persona"

El conocido agente, hoy ya jubilado, ha sido acreedor de una mención al mérito policial por su gran trabajo

Antoni Pons, llamado ´Indiana´ en broma por sus amigos, ayer tras finalizar su última patrulla. Pep Córcoles

Antoni Pons es uno de esos policías a los que todos conocen. Inca no es un municipio pequeño, pero su gran humanidad y su espíritu aventurero han hecho que muchos ciudadanos sepan quién es. Ha pateado las calles de la ciudad durante 35 años y ayer se jubiló, pero patrullando hasta el último día en una unidad de intervención inmediata, como si fuera el primero.

-¿Qué se siente al jubilarse tras más de tres décadas?

-Aún no lo sé del todo. De momento se siente alegría por el deber cumplido y por una vida profesional plena; y por la otra parte se siente pena porque me siento aún fuerte y con ganas. Yo digo que a mi me jubilan porque he llegado a la edad, pero por mí seguiría. Creo que soy, si no el único, de los pocos que se jubilan estando en servicio en plena calle.

-¿Por qué eligió ser policía?.

-Nunca me lo había planteado. Yo vine a Inca hace 40 años y me puse a trabajar de zapatero. Se convocaron plazas de policía y casi sin pensarlo me presenté, entré y me gustó. La verdad es que ahora siento que ha sido un honor y una suerte para mi servir en el cuerpo de la Policía Local de Inca.

-¿Es una labor apreciada?

-La Policía Local desarrolla una labor humana de la que el ciudadano muchas veces no es consciente. Somos unos hijos de la gran "pe" (expresión textual) cuando sancionamos por cometer alguna infracción de tráfico, pero cuando alguien está en apuros somos los primeros en llegar. Nosotros hacemos el trabajo sucio. Como nos decían en la academia: somos los gestores de la miseria humana. Servir como agente me ha dado una visión de la vida distinta y a reconocer lo bien que estamos, porque siempre hay quien está mucho peor.

-¿Usted ha vivido los años revueltos del trapicheo en Inca?

-Yo he vivido dos épocas conflictivas. La primera fue a comienzos de los 80 con un grupo importante de jóvenes inadaptados, hijos de peninsulares que vinieron aquí a trabajar, y se hallaban desubicados. Estos jóvenes se tornaron rebeldes y cayeron en la droga. Entonces nosotros gestionábamos el calabozo y teníamos mucho trabajo. Después he vivido la época en que los hijos de los inmigrantes magrebíes han alcanzado la juventud y ha sucedido algo parecido. Ha sido necesaria mucha comprensión siempre. Son chicos sacados de su ambiente y muchas veces rechazados.

-¿Ha intervenido en cuestiones de vida o muerte?

-Varias veces, la última hace unos meses. Un hombre estaba en parada cardiorespitoria, casi muerto, y logramos reanimarlo y salvarle la vida. Eso me valió, junto a mi compañero de patrulla, la mención al mérito policial.

-¿Ha expuesto su vida?

-Sí. En una ocasión me descolgué desde un quinto piso para auxiliar al sacerdote inquense mossèn Pere Rubert -fallecido años después-, que había padecido un infarto. Aproveché mis conocimientos de escalada y me descolgué sin cuerdas de un balcón a otro dos veces.

-¿Y ahora se dedicará a vivir aventuras?

-Mi pasión es el barranquismo, ahora tendré oportunidad de desarrollar varios proyectos; uno de ellos en la isla de Madeira.

-¿Y

-En 1993 me llevé un gran golpe. Perdí a dos compañeros en el Karakórum (importante cordillera situada al norte de Pakistán y la India). Ese día salvé la vida porque no me tocaba a mi ascender al Diram Peak. Se produjo un accidente de alta montaña y mis dos compañeros mallorquines fallecieron. En la isla Reunión quedé bajo una cascada de agua. Aunque logré salir, me vi ben estret.

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