Cuando se quiere aludir o acudir a la Mallorca bucólica de aspecto paradisiaco todo el mundo menta y se dirige a es Trenc. Pero hay un Trenc de postal idealizado y otro real de arenas, arbustos y aguas revueltas en exceso por efecto de plásticos y otros envoltorios de la condición humana poco escrupulosa. Compatibilizar la imagen deseada y la real resulta muy complicado.
La prueba está en lo visto ayer en el Parlament. Ni siquiera hay horizonte definido para marcar el rumbo a seguir. La Cámara aprueba la declaración de Parc Natural y el conseller ya acaricia un emblema como salvoconducto para su controvertida gestión. Es una declaración de buenas intenciones que solo se podrán concretar cuando se obre el Plan de Ordenación de Recursos y se restauren las zonas dañadas. Ni siquiera han sabido estacionar bien la gestión de los aparcamientos. Las 5.000 plazas actuales quedan en 1.500 pero en un área de dunas protegida. Es Trenc no está hecho para el coche.
