Jeroni Alomar Poquet, el único clérigo que fue asesinado en Mallorca por los sublevados tras el golpe de estado de Franco de 1936, fue homenajeado ayer en el cementerio de Llubí, su pueblo natal, en un acto organizado por el Ayuntamiento y que contó con la presencia de dos sobrinos del cura, amigos de la familia y escritores que han investigado la trayectoria vital del 'capellà Poquet', de cuyo asesinato, perpetrado el 7 de junio de 1937 en el cementerio de Palma, se cumplían ayer 80 años.

Más de un centenar de personas acudieron al emotivo acto realizado alrededor de la sepultura donde, desde mediados de los años 80, reposan los restos de Jeroni Alomar Poquet, sobre la que se había colocado una bandera republicana.

Una 'colla de xeremiers' entonó La Balanguera antes de que el escritor Gabriel Janer Manila abriese el turno de palabras como autor del prólogo de la biografía sobre Alomar que el jesuita Nicolau Pons escribió en 1995. Janer señaló que el de ayer era un acto "para celebrar la memoria de una gran injusticia, de un asesinato".

El escritor se refirió a la sentencia de muerte contra Alomar como "antidemocrática", dictada por unos "golpistas que se alzaron contra la democracia, contra la voluntad del pueblo", por lo que reclamó la "anulación" de la sentencia, "injusta e inválida". "Solo si anulamos esta sentencia se habrá hecho justicia", concluyó.

Posteriormente se leyó una carta escrita para la ocasión por el biógrafo de Alomar, Nicolau Pons, que no pudo acudir por motivos de salud. El escrito recordó cómo la petición de clemencia para Alomar enviada por el obispo Miralles a la Capitanía General llegó "pocos minutos después" del fusilamiento del clérigo 'llubiner'. "Le mataron porque la fe que tenía con su Dios le llevaba a salvar la vida de mallorquines que estaban en peligro, sin pedir ninguna afiliación política", continuó.

Pons pidió a los 'llubiners' que "se sientan hermanos de Alomar, que murió para salvar a otros hermanos que estaban en peligro de muerte; fue un santo en vida y un santo en muerte", subrayó.

"Nunca dejó de dar la cara"

El exconseller socialista Celestí Alomar intervino en calidad de amigo de la familia del clérigo asesinado y explicó algunos detalles de los últimos días de Jeroni Alomar. "En una situación extrema como la de su fusilamiento, no dejó de dar la cara hasta el último momento; incluso invitó a fumar a los soldados que iban a matarle exculpándoles del asesinato", relató el expolítico.

Alomar añadió que, a pesar de que la iglesia a la que pertenecía "no quiso protegerle", el capellán 'llubiner' "decidió que su obligación era la de ayudar a quienes estaban en peligro, pero no calculó las consecuencias; dos capellanes le acusaron y empezó una persecución feroz contra él: la Falange y la Policía fabricaron las pruebas y el Ejército ejecutó las órdenes". Alomar explicó que "no debía ser fácil matar a un cura en una sociedad tan puritana como la de entonces, por lo que el juez y el fiscal inventaron que ayudaba a la gente por dinero; su muerte no fue una casualidad, fue una muerte fabricada lentamente".

Por último, la alcaldesa de Llubí, Magdalena Perelló (Més), visiblemente emocionada, pidió perdón a los 'llubiners' en representación de la gestora que gobernó el Ayuntamiento tras el golpe de estado de 1936 y que, según afirmó, permitió la "injusta represión y persecución" contra muchos vecinos y "no dio muy buenas referencias de Jeroni Alomar". Recordó el papel de la madre del capellán, que murió en 1940 y nunca llegó a recuperarse de la pérdida de su hijo.

El acto concluyó con el himno de Riego y la ofrenda de una corona de laurel, "símbolo de la victoria", sobre la tumba de Alomar.