Si tuviera que rodarse hoy una saga cinematográfica cómica de pueblo como la que protagonizaron hace medio siglo en las pantallas de cine el alcalde Peppone y el cura don Camilo, daría mucho más juego y quedaría más verosímil cambiar el papel del sacerdote por el de un jefe de la policía local para escenificar esos intensos combates de poder local. Y es que, como reconocen algunos alcaldes y agentes de diversos municipios de Mallorca, esa relación de amor-odio entre ambos gremios, con sus momentos de calma y escenas de alta tensión, ocupa buena parte de su quehacer habitual tanto en despachos como a pie de calle.

De esta guisa, de forma continuada aparecen noticias de conflictos laborales, personales, cruces de denuncias y un largo listado de agravios entre representantes del poder político y los responsables de hacer cumplir leyes y ordenanzas.

En esta situación de tensa calma que se ha cronificado en muchos consistorios, pocos implicados evitan quitar hierro al tema, y reconocen que existe un problema grave y que para muchos cargos políticos sigue siendo más sencillo amoldarse a la herencia recibida que intentar arreglarlo todo en cuatro años. Un veterano agente del norte de la isla y que prefiere no identificarse recuerda con humor que entre los policías siempre ha corrido la broma de que en las reuniones para formar equipos de gobierno siempre se adjudica la Policía Local al concejal que llega tarde y se sienta el último a la mesa, "o sea que ya te puedes imaginar como puede ir todo".

Vocación

El actual alcalde de Santa Margalida, Joan Monjo, analiza la situación sin dudar: "Por una parte, existen muchos policías en muchos pueblos que no tienen vocación y han elegido este trabajo para ganar dinero y punto, cosa que no pasa por ejemplo con la Guardia Civil, que son más vocacionales. En segundo lugar, lo que perturba el sistema es que si se necesitan 4.000 solo hay 3.000, por lo que tienen el privilegio de tener trabajo seguro y pueden venir a chantajearte diciendo que si no le pagas más se va a otro pueblo y te deja sin policía".

Andreu Isern, alcalde de Consell, es otro veterano de la política municipal y reconoce que la relación entre equipos de gobierno y cuerpos policiales ha cambiado mucho en estos años, "son mucho más exigentes y reivindicativos, y como la gente presiona con más horas de servicio y más seguridad, ellos nos aprietan a nosotros". Isern explica que ellos con tres agentes -uno de ellos de baja-, se gastan mucho presupuesto en pagar horas extras, "pero cuando hay un acontecimiento especial es muy complicado encontrar policías de otros pueblos que quieran venir, porque en otros sitios pagan las horas extras más caras". Otro inconveniente que se encuentra es que "cuando llegan los meses de verano muchos prefieren irse a pueblos costeros con mejor horario y sueldo".

Denuncias

Monjo está decidido a trabajar para mejorar la situación en base a incentivos por productividad en su plantilla de más de 30 agentes, "lo que no puede ser es que yo pregunte, cuántas denuncias se han puesto por tirar latas, colillas o por excrementos de perros y me digan que ninguna. No es posible que cobre lo mismo el que hace su trabajo que el que está todo el tiempo dentro de la oficina". El alcalde de Santa Margalida dice que aplicará la teoría futbolística de Cruyff en el Barça: "Le dijo al presidente Núñez que está muy bien ser un club con mucho dinero, pero que el dinero tiene que estar en el campo, con buenos jugadores. Pues yo digo lo mismo, está muy bien gastar mucho en policías, pero la inversión se tiene que notar en la calle, tienen que estar a pie de calle".

El responsable de la Dirección General de Interior del Govern, Pere Perelló, es un agente con 34 años de experiencia en su localidad natal, Sa Pobla, y ahora es el encargado de gestionar las policías locales de las islas. Asegura que parte de su trabajo es asesorar a ayuntamientos sobre las funciones y los derechos que tienen los cuerpos policiales, y reconoce que "en general, muchos alcaldes van un poco perdidos y no saben cuál es su papel". Desde el Govern se está trabajando en un cambio legislativo que Perelló defiende para virar el barco de la situación actual "a ocho o diez años vista".

Perelló defiende una policía municipal "profesional y exquisita", que potencie los valores de proximidad "para ganarnos el respeto de la gente", y también pretenden introducir mejoras laborales en tema de interinaje y en fidelizar las plazas para crear plantillas estables.

Para ello explica algo que suele reiterar a las generaciones más jóvenes: "intentemos ser los mejores en nuestras verdaderas funciones. Vamos a dirigir el tráfico mejor que nadie, vamos a hacer unos atestados que merezcan elogios, seamos los mejores a la hora de denunciar ruidos o de inspeccionar obras".

Tanto el veterano policía local en activo como otros alcaldes consultados por este diario que optan por el anonimato para hacer declaraciones coinciden en que se puede decir claramente que existen municipios en los que fruto de este duelo de gallos por el poder, manda más el jefe de policía que el alcalde. El agente explica que "en aquellos lugares en los que el equipo de gobierno ha accedido a todas las peticiones y ha firmado convenios inasumibles, está claro que el alcalde no pinta nada, aunque se crea que la policía es suya y que hace todo lo que él les diga".

Policía autonómica

Este guardia señala como origen del conflicto los años en los que empezó a hablarse de la policía autonómica -a partir de 2005- y se licenciaron unos 1.500 nuevos policías con el 'chip' de ser "otros policías nacionales" y con casos de una "excesiva politización del servicio que ahora se está pagando en pueblos y, sobre todo, en ciudades".