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Lletra menuda

La fiesta incívica y dañina

Lo ocurrido el pasado uno de mayo en Binissalem no es más que el preludio de cuanto se avecina este verano, una vez más, en las fiestas patronales y sus sucedáneos, en muchos pueblos de Mallorca. Botellones, en muchos casos de convocatoria encubierta y tolerancia municipal, con borracheras, sean individuales o colectivas, de alcohol, suciedad y convivencia deterioradas. Es la adulteración de unas fiestas que ni siquiera pueden responder a su denominación.

El encuentro de garrafa de plástico de Binissalem tiene el atenuante de que era una "quedada" anónima, sin organizador conocido y de que contaba con advertencias de llamadas previas al civismo por parte de un Ayuntamiento que se veía venir lo que finalmente ha ocurrido. Más de 30 denuncias por consumo de alcohol y drogas pocos días después de que se produjeran accidentes mortales de tráfico ocasionados por las mismas causas. El peligro también dispone de sobreocupación en Mallorca.

Distintos representantes municipales se han reunido en Sóller para evaluar el panorama. No lo han hecho con entusiasmo, quizás sí con cierta preocupación y algunos remordimientos. Saben que en su día no tuvieron el coraje suficiente para contradecir a jóvenes despreocupados que también votan y ahora, cuando ya es demasiado tarde, la borrachera es para todos con una resaca de tal dimensión que obliga a actuar a las autoridades y llamar a la responsabilidad personal.

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