Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Consecuencias de la masificación

Se veía venir, pero casi todo el mundo ha estado mirando hacia otro lado dejando pasar un tiempo que, en vez de mitigar el problema, lo ha...

Se veía venir, pero casi todo el mundo ha estado mirando hacia otro lado dejando pasar un tiempo que, en vez de mitigar el problema, lo ha incrementado. Mallorca no puede esperar más tiempo para comenzar a afrontar las dificultades de la masificación turística y residencial a la que está sujeta.

Una isla de estas dimensiones, que ha incrementado en 200.000 vehículos su parque móvil en lo que va de siglo y en la que atascos circulatorios corren parejos a las aglomeraciones humanas, necesita tener la capacidad de reacción suficiente para no asfixiarse con su propio atractivo. Esta asfixia se llama, en su estadio más leve pero no menos importante, incomodidad, problemas de convivencia y daño medioambiental.

Empiezan a producirse por imperativo de los hechos, por pura necesidad, las primeras reacciones con un tratamiento tenue y tímido. La serra de Tramuntana es la comarca más débil, la de mejor imagen y por tanto el lugar en el que la isla se juega más. El ayuntamiento de Escorca habla de establecer zona azul en sa Calobra o Lluc y el de Pollença se ha convencido ahora de la necesidad de poner puertas a una carretera de Formentor en la que los coches ya no se aguantan a sí mismos y el ecosistema ya no tiene en el vendaval y la torrentada su mayor peligro.

Lo que ahora empieza por la Serra, a este paso, deberá extenderse un día u otro por todo Mallorca, aunque sea en distinto grado. Mejor pronto que tarde.

Compartir el artículo

stats