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Lletra menuda: Dignidad para espacio inhóspito y antiestético, por Llorenç Riera

Si hay un lugar mal avenido con su entorno y rechazado por sus potenciales usuarios, éste es la Plaça Mallorca de Inca. Estas cosas ocurren cuando los políticos, autoerigidos en arquitectos de todo, juegan con el presupuesto y los espacios públicos sin tener en cuenta que las plazas son lugares para que jueguen los niños, reposen y conversen los ancianos o deambulen los enamorados.

Ayer se falló el concurso de proyectos para "humanizar" la plaça Mallorca. Ha ganado el Fonamental. Gradas para salvar desniveles, una gran pérgola para dar sombra, zonas ajardinadas para crear hospitalidad natural y previsión de cafeterías y bares. Nada del otro mundo, lógica pura, diseño elemental y algo de coherencia para el espacio cívico y los usos colectivos. Pero muchas veces lo simple se convierte en complejo y difícil cuando los gestores públicos tienen afán de monumento y empeño en dar la nota. Retrato de la incompetencia. Esto es lo que le ha pasado a la Plaça Mallorca de Inca que ahora, tras un azaroso camino, inicia el proceso de recuperación de la dignidad y de los usuarios. La broma costará casi un millón de euros que serían mucho menos caso de no haberse hecho nada antes.

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