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Cafés y especias para las matanzas

No hay familia en la zona que no haya comprado alguna vez allí el pimentón para poder elaborar sus sobrasadas

­El idilio de Ca ses Cusses con el café y las especias viene de largo; tanto, que desde prácticamente un principio la botiga ya contó con su propia mezcla definitoria, la denominada Clàssica, a base de granos de Colombia, Brasil, Guatemala y toque de Etiopía "que es lo que le da el cuerpo". "Nuestra clientela tiene ese sabor tan interiorizado que es el más demandado", explica su dueño, Biel Carrió. Este y el de la mezcla Magnífica, cien por cien arábiga. En total todavía están a la venta nueve variedades diferentes.

Pero el olor tan característico de la tienda de ultramarinos no es solo del café. En él también se mezclan más de 50 clases de especias, todas ellas supeditadas sin duda al pebre bo, estrella roja a la que cualquier familia de los pueblos cercanos acudía a encontrar en Ca ses Cusses, con el propósito último de mezclarla con la carne de cerdo procedente de la matanza, para crear y conservar las longanizas y sobrasadas para todo el año.

Hasta que la tecnología avanzó lo suficiente, el grano se aplastó en un molino traído especialmente de Murcia; "Recuerdo que mi padre se tenía que poner un pañuelo cubriéndole la nariz y la boca para evitar que el polvo de la pimienta le entrara, puesto que es más potente que la canela, por ejemplo".

Muchos son los recuerdos que se acumulan en la zona del patio donde funcionaron los molinos para la pimienta y el café, hoy reconvertido en un espacio donde se venden algunos productos de cerámica típicos de la isla, como platos con dibujos de teles de llengos, fruto de una reforma como lugar de degustación, pegado a la vieja tienda.

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