Por incomprensible y difícil de justificar que resulte, queda claro que no hay forma de establecer en Mallorca un servicio ferroviario estable, acorde con la demanda y ya no digamos dotado de atractivo suficiente para captar nuevos usuarios. Siempre hay un pretexto para que el tren llegue tarde, se suspenda un determinado servicio o se produzca una avería mecánica. Hace demasiado tiempo que Serveis Ferroviaris de Mallorca permanece en vía muerta en cuanto a su capacidad de resolver conflictos y trazar raíles de estimulo y modernidad. Ahora reconoce que le faltan veinte maquinistas pero, en vez de defender la estación propia, dice que no puede ser el AVE de las empresas públicas y pone el freno para reducir frecuencias de tren y metro con una reestructuración "forzada" de horarios. Los trayectos semidirectos entre Palma, Inca y sa Pobla quedan suspendidos de forma "provisional", cómo si no supiéramos que la provisionalidad es un término adulterado en manos de SFM. La historia del ferrocarril en Mallorca está plagada de suspensiones temporales que se han vuelto definitivas. Por tanto, ánimo, y confianza, en este ámbito, poca.
SFM mantiene desde hace tiempo un conflicto abierto con sus trabajadores con parones del servicio y huelgas que hoy mismo se repetirán. Como ambas partes han acreditado de sobra su insolvencia negociadora, remiten directamente las consecuencias y sobre todo los perjuicios a los pasajeros. Ocurre en una isla sobresaturada de vehículos particulares y ávida de transporte público coherente en el preámbulo de una temporada turística generadora de atascos por sobreocupación. El transporte ferroviario no será una de sus vías de escape o uno de sus atenuantes, porque ahora con él se llegará a todas partes más tarde y se deberá esperar mayor tiempo. Lo patenta un Govern que dice viajar en vagones de gestión progresista y que tiene averiada su locomotora de impulsión del transporte público.
Se difuminan las esperanzas de ver un servicio adecuado de tren para Mallorca.
