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El amarre del ocio y el negocio

El amarre del ocio y el negocio

Una temporada turística con reiteradas previsiones de ocupación absoluta debe tenerlo previsto todo para esquivar el colapso. Aun así, están garantizadas para el próximo verano las aglomeraciones en muchos lugares de Mallorca. Las habrá, sin duda, en los puertos porque irán llegando a ellos, de forma progresiva, mayor número de embarcaciones, mientras el número de amarres permanece estable. Ser titular de uno significa, por lo general, permanecer años en lista de espera.

No resulta agradable ver a un yate acercarse a puerto y contemplar como inicia de inmediato la maniobra de vuelta atrás porque no encuentra donde amarrar. Es descorazonador por varios motivos, porque su recorrido dibuja una mala imagen del lugar en el que buscaba hospitalidad y porque a bordo suele haber un tipo de turismo de alto poder adquisitivo y por tanto apreciado y conveniente para el insaciable negocio del ocio. Un puerto pobre de amarres siempre tendrá mala propaganda en las aguas y tierra próximas

Las asociaciones de usuarios y propietarios se las ingenian como pueden para mantenerse a flote en este permanente mar de fondo que se acrecienta en verano. Ports de Balears, dependiente del Govern, empieza a aplicar la nueva normativa que limita a una cuarta parte de los disponibles la reserva de amarres para embarcaciones en tránsito. La Asociación de Empresas Náuticas de Port de Sóller saca a flote la propuesta de gestionar ella misma el reposo de las embarcaciones porque no ve buen rumbo en la iniciativa de la Administración.

La entidad que reúne a las usuarios también lo considera injusto. Es uno más de los efectos de la saturación turística que afecta a Mallorca con un problema, el de los amarres, que tiene visos de quedar encallado por espacio de mucho tiempo.

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