La Jaia Quaresma está asomando a la vuelta de la esquina y ayer apuraron el último día del fin de semana algunos municipios más de la Part forana para celebrar sus rues. Estos desfiles festivos han ido a más durante la última década y muchos pueblos que no los celebraban los han incorporado ya a sus agendas de actos oficiales de cada año.

La gran mayoría celebró sus rues el sábado pasado pero no quedaron a la zaga los que ayer hicieron los propio. El límite para la imaginación es el cielo y si bien se vieron muchos disfraces tradicionales, acostumbrados de cada año, como las hadas, los elfos, los vaqueros y los indios, enanos, brujas, espantapájaros, también los hubo originales e irónicos. El carnaval no es más que el exceso en sí, disfrutar de la mentira y la ilusión, cambiar de sexo por unas horas como las azafatas de piernas muy mal depiladas que se vieron en Inca.

La propia palabra carnaval, proviene, según la tradición popular, del sustantivo carne. Probablemente evocando que tras él llega la cuaresma y sus restricciones al consumo de proteínas animales. El carnaval es una celebración que tiene lugar inmediatamente antes del comienzo de la Cuaresma cristiana, que se inicia a su vez con el Miércoles de Ceniza, que tiene fecha variable (entre febrero y marzo según el año). El carnaval combina algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la calle. Por extensión se llaman así algunas fiestas similares en cualquier época del año. A pesar de las grandes diferencias que su celebración presenta en el mundo, su característica común es la de ser un período de permisividad y cierto descontrol.Todo ello acabará mañana con el entierro de la sardina.