"La gente creía que la decisión sería instantánea, que el delegado del Gobierno diría que sí y que, como quien dice, nos iríamos a casa con el hospital puesto... y eso no fue así", recuerda Antoni Tugores, quien cubrió la marcha como periodista y miembro de la Plataforma. Entonces fue cuando estalló el clamor y los concentrados empezaron a gritar "¡Sí o no!". Martín Plasencia tuvo que trasmitir el mensaje a Madrid.
Paralelamente Manacor, como otros pueblos de alrededor se quedó vacío. Todos los comercios importantes cerraron sus puertas en favor del éxito de la reivindicación, también las dos únicas grandes superficies que había en esos momentos.
"No sabíamos cómo íbamos a pagar las decenas de autocares contratados, pero estaba claro que debían ser gratuitos para segurar el mayor número de gente y que todo aquel que quisiera asistir pudiera hacerlo... la gente se emocionó de ver la unión, hubo muchos lloros". Al final fue el propio consistorio manacorí quien corrió con los dos millones de pesetas que costaron los buses. Sin duda el dinero mejor invertido por el Ayuntamiento desde hacía tiempo.
A solo unos días de la decisión final, todas las llamadas realizadas hasta ese momento sirvieron para que todos los partidos votaran unánimemente una resolución del Parlament reclamando que el segundo hospital mallorquín fuera en Manacor. El que era ministro de Sanidad estatal, García Vargas, ya tenía dos opiniones que escuchar. Así que tuvo que cambiar la chincheta del mapa que tenía puesta en Ciutat, para desplazarla al Llevant.
Dos semanas más y lo que en principio parecía una lucha desigual acabaría. El día 17 de noviembre el director general del Insalud y de asistencia sanitaria lo hicieron público. El movimiento social de la Part Forana había triunfado. Eso sí, el hospital de Manacor tardaría una década en inaugurarse, en 1997. Meses después que más de 3.000 profesionales se presentaran a las pruebas de selección de personal y de que más de 400 profesionales fueran llamados a formar la primera plantilla del centro.
