Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cultura popular

Joan Miralles Gomila: "Antes las vacas limpiaban cada quince días los torrentes"

Cuando los cerdos se vendían por arrobas o la leche se vendía entre los propios vecinos

Joan Miralles, autor de una de las 21 ponencias. biel gomila

"En los años cincuenta las familias que poseían vacas vendían la leche a la gente del pueblo y la entregaban en sus propios domicilios. Recuerdo que los Saios lo hacían en bicicleta. Los lecheros les compraban el sobrante que luego era recogido por un camión y se transportaba a una empresa lechera. De esta manera, la gente tenía para su consumo y de paso ganar algunas pesetas".

Joan Miralles Gomila rememora las costumbres, hábitos, trabajos del campo y la economía de Montuïri de los años 50. Esta es la ponencia sobre la que disertó en las II Jornades d'Estudis Locals de Montuïri (2012), que versaron sobre Patrimonio y Fiestas. Este mes de enero se ha presentado la edición del libro que recoge los veintiún artículos, diez sobre fiestas y once sobre patrimonio correspondientes a diversos autores. Miralles Gomila es uno de ellos.

Un interesante estudio que, además de rememorar las tradicionales de antaño sirve para tomar conciencia y dejar por escrito alguno de los 'rituales' más característicos del campo local, en un tiempo anterior a la llegada del turismo y el progresivo abandono de buena parte de tierras.

Explica Joan que numerosas casas poseían su propio cerdo para matanza. Algunas alimentaban a más animales para la venta, lo cual les suponía una buena ayuda económica. Se vendían por arrobas, pero se pesaban en kilos, de ahí que debiera efectuarse el cálculo correspondiente.

Había quienes llegaban a engordar diez o veinte cerdos que empezaban a vender por Todos los Santos. Los llevaban a la plaza Vella o a la antigua estación del ferrocarril (dejó de funcionar en 1967). Cada propietario conocía a sus propios gorrinos.

Se trababa de cerdos que el mercader había contratado y debían ser pesados por un empleado del Ayuntamiento destinado a este oficio y que disponía de la romana. Los payeses se ayudaban unos a otros para este menester.

En Montuïri había cuatro ruteles de cabras que vivían de los pastos de sus dueños o las de otros vecinos que les permitían su acceso: "Passa la guarda perquè llevi l'herba abans de llaurar i així tots contents", se decían. "Yo he visto una guarda de hasta veinte o treinta cabras". En cambio, los rebaños de vacas eran más numerosos, entre siete y diez. Limpiaban los torrentes.

Existía diferencia entre la tenencia de ovejas y cabras. Salvo los cuatro rebaños mencionados, quienes poseían cabras criaban solamente una o dos. Las ovejas vivían en número elevado en las fincas y se sorteaban los pastos comunitarios del término municipal. Casi nadie era propietario de una sola oveja, salvo "aquellos que tenían una cabra y podía amamantar a la oveja cuando era pequeña".

Los grupos de pavos no eran demasiado habituales en Montuïri. "Recuerdo solamente dos . No obstante, en Lloret había más de una docena. Eso sí, l'amo En Joan de Son Costa Gran, (finca a un kilómetro de Montuïri en dirección a Sant Joan) llegó a contar hasta doscientos.

Finalmente, casi todas las familias poseían animales pequeños tales como conejos, gallinas, pollos, que destinaban a consumo propio o a la venta que se realizaba frente a la actual Banca March en la calle Major y Cant Tec, en Es Pujol. Por cierto, "algunas tiendas compraban huevos y ellos suponía otra entrada económica".

"Si llovía en septiembre la gente solía exclamar uep, ja hi haurà pastura. En cambio, si por Todos los Santos no lo había hecho, en invierno no crecía. Los animales iban a los pastos antes de la época de labranza. Si ésta ya se había producido, los rebaños se retiraban hacia ses Rotes porque la gente no los quería dentro de las tierras sembradas. Fora des sembrat, idò!

Los animales regresaban a los campos después de la siega. Esta circunstancia se denominaba aprofitar l'estivada. Remarca que "las ovejas lo aprovechaban todo, incluso las hojas de los almendros".

Además de los pastos, los animales comían de lo que había en los caminos, torrentes y acequias. Las vacas los limpiaban en la época en que no podían ir a los campos sembrados. "Existía un buen control de los caminos, acequias y torrentes, puesto que cada quince días recorrían estos lugares", apostilla Miralles Gomila.

Compartir el artículo

stats