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Lletra menuda: La cara amable tapa las carencias del hospital, por Llorenç Riera

E l Hospital de Manacor tiene descompensada la autoestima. Es una patología engañosa porque tiende a sobrevalorar los éxitos por una parte y, por otra, a no dar importancia a los fracasos y carencias que, en el lugar que nos ocupa, son abundantes y algo inquietantes. La primera consecuencia de este cuadro de actuación clínica y administrativa es la distorsión de la realidad y por asociación, el deterioro de la confianza. Las cosas no son tan bonitas como las visten para su promoción y sí se asemejan bastante a las dificultades y errores que experimentan los usuarios en general y algunos trabajadores.

Al Hospital de Manacor le gusta exhibir su ya abundante vitrina de trofeos. Tiene todo el derecho del mundo a hacerlo porque no son gratuitos. Se han ganado con sacrificio, esfuerzo y profesionalidad, pero también son unas distinciones mal rentabilizadas porque su brillo no es invertido en la estabilización de carencias y límites. Diplomas y medallas no sirven para afrontar la ampliación siempre postergada, ni siquiera para desatascar el aparcamiento y no digamos para llevar a cifras dignas las listas de espera y el equilibrio de las plantillas sanitarias y de servicios. Ni siquiera para humanizar un poco más la coordinación.

Pero celebremos el éxito hoy que disponemos de una merecida alegría puntual y dado que mañana no sabemos qué puede ocurrir cuando entremos al quirófano, por mucho que nos maquillen la adversidad de una intervención. Es la situación con la que topan los niños que necesitan ser operados, una iniciativa que ha merecido premio del último Congreso Nacional de Enfermería celebrado en Madrid. Los menores enfermos son familiarizados con el material y las instalaciones quirúrgicas para que comprueben que el lobo no es tan feroz como puedan hacer pensar la dimensión de sus orejas. "Si al quirófano vas, ven y lo conocerás", reza la invitación para un lugar que no tiene nada de voluntario y sujeto solo a prescripción facultativo y necesidad sanitaria. Los sábados son ahora día de entrenamiento infantil en el Hospital de Manacor, una iniciativa puntera que se disponen a copiar otros centros sanitarios. Esperemos que con ello se pueda ayudar a ganar la partida de la curación.

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