Miquel Gual es un vecino de Maria de la Salut que posee una finca rústica situada en el paraje de Roqueta. En dicha finca tiene un acebuche u olivo silvestre (Olea europaea, ullastre, en catalán) con su fruto olivó -generalmente una oliva mucho más pequeña que la de mesa o de aceite- de color blanco.
Es algo muy poco frecuente ya que tras la maduración ha mantenido sus frutos de color blanco, cuando lo normal es que se tornen negros.
Según algunas informaciones, de entre cientos de estos árboles puede que haya uno con esta característica, son los llamados acebuches albinos. Según su propietario, este árbol tiene unos veinte años y en todos los años anteriores su olivó era el habitual, verde inicialmente y negro al madurar. Está rodeado de cientos de acebuches y ningún otro ha sufrido esta transformación. "Lo curioso es que junto al mencionado acebuche hay un olivo trasplantado de otra finca mallorquina hace más de 25 años y la rama más cercana al albino tenía unas olivas que no eran del color de siempre, no tan blancas como el olivó pero de un verde blanquecino. Tan solo era una rama, pero resultaba muy extraño. Mi modesta opinión es que se produjo una especie de injerto en la flor de la rama del olivo por parte de algún tipo de insecto, pero esto tan solo es mi impresión. El árbol sigue sano y los tordos han comido olivó blanco sin que haya visto aves muertas por el lugar", explica Miquel Gual.
Joan Carles Salom, biólogo, explica que "es difícil precisar sin verlo y hacer análisis las causas que motivan esa coloración. Puede deberse a una deficiencia puntual de la planta o a una infección pues resulta extraño que hasta la fecha no haya tenido un fruto albino siempre". Existen otras citas de acebuches albinos a lo largo de la geografía española y siempre han causado extrañeza porque son muy raros.
