Aniversario

Represión franquista, seis clavos en la cabeza

Coincidiendo con el 80 aniversario de su asesinato, familiares del 'felanitxer' Rafel Estades cuentan por primera vez a un medio cómo se produjo su captura y posterior ejecución, a la que siguió un estigma en forma de 'gloses' vergonzantes

Los familiares, en el punto del cementerio de Palma donde se supone que lo ejecutaron.

Los familiares, en el punto del cementerio de Palma donde se supone que lo ejecutaron. / b. ramon

I. Moure Palma

En 1968, el año en que en Francia se producía una revolución universitaria que aspiraba a cambiar el mundo, que Checoslovaquia se lanzaba a conquistar la libertad, que la aventura espacial entraba en una nueva dimensión con el Apollo 8 y que las melenas de los Beatles eran el signo de un nuevo tiempo, una mujer mallorquina se dirige caminando a las floristerías que colorean la rambla de Palma.

Y entra en una de ellas y pide un ramo.

Represión franquista, seis clavos en la cabeza

Represión franquista, seis clavos en la cabeza

El gesto cotidiano adquiere trascendencia desde el momento en que pide que sea con los colores de la bandera republicana. Quiere honrar así a un alcalde republicano de Felanitx que acababa de fallecer. Tres décadas después del fin de la Guerra Civil, el gesto tiene algo de osadía, que la Benemérita persigue yendo hasta la casa de la mujer y pidiéndole explicaciones por esas flores.

Para entender mejor la historia de esta mujer y de su homenaje al alcalde, hay que explicar la historia del felanitxer Rafel Estades Adrover, que contaban esta semana dos nietos suyos -Biel Oliver Estades y Francisca Oliver Estades- en el cementerio de Palma.

Represión franquista, seis clavos en la cabeza

Represión franquista, seis clavos en la cabeza

Toma la palabra Biel: "Cuando estalla la Guerra Civil, el alcalde de Felanitx se va a Sudamérica, al exilio. Mi abuelo, militante republicano, era regidor del ayuntamiento de Felanitx. El alcalde le dijo que se fuera con él. Pero mi abuelo contestó que no, que cuando acabase todo le necesitarían aquí. Mi abuelo era una persona muy relacionada con Francia. Exportaba fruta. Incluso March le intentó fichar unas cuantas veces".

La historia se interrumpe, con la aparición en el relato de una comitiva oficial -compuesta por autoridades civiles y eclesiásticas- que se dirige, solemne, a homenajear a la Verge de Sant Salvador, en Felanitx. Van en varios coches. El asfalto está lleno de clavos, que destrozan los neumáticos. Cuentan sus nietos que no se sabe quién o quiénes responsabilizaron a Rafel Estades Oliver de ese sabotaje, sin que hubiese ninguna prueba.

Se inicia su captura y, en julio de 1936, él se esconde en casa de su hija, en el Carrer del Call de Felanitx. Allí permanecerá escondido hasta el 13 de enero de 1937. Durante estos meses, sale en ocasiones a la calle disfrazado.

Finalmente, lo encuentra un sargento de la Guardia Civil. Biel se acuerda de su nombre: Guillermo Nicolau Mestre Veleto ("daba palizas en el cuartelillo", apunta). Y se acuerda de lo que le hizo ese 13 de enero: le apuntó con un fusil (él tenía 3 años entonces), antes de llevarse a su abuelo detenido. Se lo llevan al cuartelillo y, después, al ayuntamiento de Felanitx.

Biel y Francisca recuerdan que, cuando su madre le llevó mantas y algo de comida a Rafel Estades, ya no estaba en la sede consistorial. Se lo habían llevado a Palma. "En el trayecto en coche, le iban clavando constantemente una aguja 'per fer calça", cuenta Biel.

La historia, en este punto, se emborrona. Hay poca información. Se sabe que lo llevan al cementerio de Palma, hoy flanqueado por la Vía de Cintura y una rotonda que conduce al centro de la ciudad. Y se sabe que lo fusilan un 15 de enero de 1937, dos días después de ser detenido en Felanitx. Ni se molestaron en hacer alguna farsa de juicio, señala Biel.

A la hora del reconocimiento del cadáver, acuden posteriormente dos conocidos de la familia, que certifican su muerte. Y observan el ensañamiento especial con que se han cebado con este militante republicano.

En su cabeza, había seis clavos, como macabro recordatorio del incidente en la carretera de Sant Salvador.

Todos estos antecedentes fueron los que estaban en la cabeza de la mujer que, en 1968, compró un ramo de flores con los colores de la bandera republicana. Se llamaba Maria Estades Escarrer y era la hija de Rafel Estades.

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