Jorge y Esteban son dos valencianos que ayer viajaron expresamente hasta Cala Rajada para enfrentarse al reto de la cafetería Castellet: comerse una hamburguesa de dos kilos, con una bandeja de patatas de guarnición, en 45 minutos. Algo que hasta el momento nadie ha conseguido, y eso que ya ha habido 46 osados que lo han intentado en vano.

Esteban fue, de los dos, el que más cerca estuvo de conseguirlo, apenas unos gramos le separaron del éxito. Al final reconocía que lo difícil del reto es el tiempo "si me dan diez minutos más lo consigo, "he parado por haberse agotado el tiempo, no por no poder comer más", afirmaba el valenciano.

Los dos concursantes tienen como hobby conseguir estos retos culinarios. Jorge, conocido como Joe Burgerchallenge, es el más 'profesional'. Tras pasar un periplo por Wisconsin, en Estados Unidos, de donde le viene la afición, llega a afrontar estas pruebas hasta una vez por semana en algunas ocasiones; "lo normal son dos veces al mes", mientras que si viaja a otro país intenta informarse de los retos que hay y realizar algunos.

Él mismo localiza los lugares a través de internet y acude para intentar conseguirlo. Reconoce haber logrado, a sus 37 años y 75 kilos de peso, 22 récords, aunque muchos más han quedado en el intento, como es el caso de Cala Rajada: "Ha sido de los más duros. Me ha faltado tiempo y me han sobrado patatas", afirmaba al final del reto. Su primer intento lo culminó en Valencia, donde fue el único en comerse una hamburguesa de dos kilos y medio.

En cambio, su compañero Esteban lleva solo 13 intentos, pero el único que se la ha resistido ha sido el gabellí. Y es que no es nada fácil engullir en 45 minutos una hamburguesa elaborada con un pan especial cocido en una panadería del municipio, seis lonchas de queso, seis de bacon y ensalada hasta llegar al kilo de peso. El otro kilo es carne. Todo esto acompañado de una gran bandeja de patatas fritas.

Al iniciarse el reto Jorge no quería ver la preparación, a pesar de que entró en la cocina para una presentación en directo para su página web y dar las correspondientes instrucciones al cocinero, Gonzalo Barrantes, del punto que debía tener la carne. Al final no pudo ser y los 300 euros de premio siguen si entregarse a pesar de los ánimos del público.