La plaza Mallorca fue objeto de una profunda remodelación a principios de la década de los 2000. Se ejecutó un proyecto en que las obras tuvieron ya muchos problemas. Precisamente provenía de un concurso de ideas llevado a cabo durante la legislatura en que Jaume Armengol fue alcalde de la ciudad. Pere Rotger, su sucesor, y quien las ejecutó, dijo después de finalizarlas y ante la gran cantidad de problemas y deficiencias que padecían que nunca más permitiría un concurso de ideas y que los materiales los elegiría personalmente. Tan problemáticas fueron las obras y tantas deficiencias tiene el lugar que nunca se llevó a cabo una inauguración oficial. Sólo se colocó una placa sin darle ninguna publicidad. La empresa que la construyó ejecutó las obras a cambio de la explotación de los aparcamientos. Pero además debía abrir una cafetería, algo que nunca hizo. Traspasó la explotación de los aparcamientos de forma irregular, no consentida por el Ayuntamiento. La constructora quebró con posterioridad y ha dejado un buen número de deficiencias sin resolver. Una de las más importantes es la gran cantidad de filtraciones de agua que se producen. Se han hecho mil intentos por eliminarlas y la única solución que ha funcionado ha sido muy precaria: colocar canales en el interior del aparcamiento para conducir el agua de las goteras.