"Yo no me quedé nada". La funcionaria del ayuntamiento de Artà que desde ayer está siendo juzgada por un jurado popular en la Audiencia de Palma por un delito de malversación de caudales públicos fue clara. La acusada negó haberse apropiado de 65.080 euros entre 2007 y 2011 cuando cobraba las multas por infracciones urbanísticas, como mantiene el fiscal, que reclama para ella una pena de seis años de prisión. De igual forma, rechazó haberse quedado con 33.000 euros, como considera la acusación particular, en representación del Consistorio.

La sospechosa alegó que en aquellas fechas tenía una gran sobrecarga de trabajo. "Llevaba un volumen de trabajo tan grande que a veces metía el dinero en cajón", indicó cabizbaja y llorosa. Según su versión, a lo mejor no prestaba la atención que debía. "Por mí que estaba todo bien ingresado, pero por lo que se ve algo falta. Yo tenía muchísimo trabajo", insistió ante el tribunal popular con la voz temblorosa.

La funcionaria que desde mediados de enero de 2012 dejó de trabajar en el Ayuntamiento al descubrirse este caso aseguró que ella era la única persona que cobraba las multas. Según manifestó, ella tramitaba los expedientes de infracción urbanística, otros expedientes sancionadores, permisos de actividades, atendía el teléfono, llevaba las agendas de los técnicos y hacía los certificados de los técnicos. Para cobrar las sanciones, o bien se hacía por el banco o ella recibía el dinero directamente en el Consistorio y expedía un recibo. En una primera etapa, llevaba el importe a Intervención, pero luego a partir de 2008 lo llevaba al banco, que está delante del Ayuntamiento, para ingresar, según apuntó.

"Si falta dinero, hay otra persona, está claro", destacó la mujer, que empezó a trabajar en el Consistorio en 1989. Según su versión, su primer despacho lo compartía con dos personas, pero luego cambió y coincidía con más empleados. Además, indicó que muchas otras personas podían tener acceso a su mesa tanto por la mañana como por la tarde. Normalmente, cerraba el cajón de su escritorio con llave.

"Si por mí fuera, no toca faltar nada", "eso me pregunto desde hace cinco años, ¿dónde está ese dinero?", señaló la acusada, que sufre depresión. "Meses después aparecieron sobres con dinero en un archivador y yo ahí nunca los puse. No tengo explicación de que hubiera un sobre desde hacía un año". Su abogado Jaime Campaner pide la libre absolución.