El segundo día de excavaciones en la fosa común de Porreres, ayer jueves, confirmó que se arrojaron los cadáveres de cualquier manera, superpuestos, en orientaciones diversas, en diferentes puntos del cementerio. Han aparecido ya una docena de cuerpos. Y han salido a la luz proyectiles de 9 milímetros, alambres, zapatos, calzadores, botones, cucharas, latas de conservas, cal, monedas, un crucifijo, etc. Cabe recordar que se estima que en la fosa se puedan encontrar restos de entre 100 y 120 personas asesinadas (algunas fuentes no descartan que podrían llegar a ser unas 200), concretamente en el periodo comprendido entre septiembre de 1936 y finales de 1938. Los meses más violentos, con mayor número de fusilamientos, de enero a abril de 1937.

El equipo integrado por una treintena de efectivos (destacar el papel de la sociedad científica Aranzadi), médicos forenses, antropólogos, arqueólogos y voluntarios, entre otros individuos, desempeña una actividad frenética, coordinados por el especialista en exhumaciones Francisco Etxeberria. Se ha montado laboratorio y procedido ya a realizar algunas muestras genéticas (saliva) a familiares de víctimas. Se hace un llamamiento precisamente de cara a que los familiares acudan progresivamente para facilitar así las importantes identificaciones. Se sugiere el domingo como día idóneo.

En la zona de actuación también se han hallado cuerpos no relacionados con la guerra civil. Se trata de entierros cristianos, algunos de ellos seriamente afectados por la creación de la fosa para arrojar los cadávares. Incluso se han descubierto restos de féretros. La zona en cuestión también habría servido de fosa común para las víctimas de familias pobres.

Según el historiador Bartomeu Garí, esta fue sin duda "una represión encubierta" con la intención clarísima "de borrar de la Tierra a todas estas personas".

Se calcula que los trabajos se prolonguen durante un mes, si bien este ritmo ágil inicial podría traducirse en un plazo bastante inferior. Se dispone de una carpa por la previsión de lluvia.

Familiares, curiosos, profesionales de medios de comunicación y autoridades políticas acuden a diario al cementerio. La emoción es protagonista. No en vano, se trata de la segunda fosa que se exhuma en Balears. La primera fue en Sant Joan en 2014. En Castilla y León se han exhumado más de 200.

En la reunión informativa de ayer por la tarde, en la sala de plenos, Etxeberria remarcó que "todas las víctimas tienen derecho a la memoria, y los demás tenemos deber de memoria". Govern, Ajuntament, Memòria de Mallorca y Comissió local reivindicaron de nuevo dignidad, verdad y respeto. No se prevé tocar el medio centenar de nichos y el par de panteones-capillas familiares de la zona de la fosa.