El molino de Santa Ponça, cuyo origen data de la primera mitad del siglo diecinueve, es una de las construcciones más emblemáticas del municipio de Calvià. Está situado sobre un promontorio que domina la autovía a Palma, pero estuvo a punto de desaparecer en pleno furor desarrollista de infraestructuras en los años ochenta.
Ésta es una de las curiosidades que relató el pasado fin de semana el historiador Xavi Terrasa durante la Ruta pels molins de Calvià, un itinerario organizado por Arca con el objetivo de difundir este patrimonio histórico poco conocido del municipio. La iniciativa se organizó con motivo de las Jornadas Europeas de Patrimonio, promovidas por el Consell.
Una de las paradas de la ruta se hizo en el molino de Santa Ponça, donde Terrasa recordó que gracias a que se descubrió en el entorno un fósil "único en el municipio" la construcción se salvó de ser engullida por la ampliación de la carretera entre Palma y Andratx. A finales de los ochenta, fue restaurado bajo la dirección del arquitecto Bartomeu Nicolau.
Hay molinos vinculados a la memoria colectiva de los calvianers.
El itinerario pasó después por Calvià vila, donde en la actualidad se conservan tres molinos, dos en la zona de es Collet (documentados desde 1784) y otro en es Castellet, en este caso muy vinculado a los vecinos del núcleo en celebraciones tradicionales.
La ruta conducida por Terrasa llegó hasta es Capdellà, donde el único molino que se conserva es el de en Banya.
