La parroquia de Santa Maria de Sineu es uno de los templos más antiguos de Mallorca y más visitados por el turismo que cada miércoles de mercado invade las calles medievales del casco histórico de la antigua capital de la Part Forana.
Una antiestética tela de color verde oculta actualmente la cara principal del templo, por lo que los interesados no pueden contemplar en toda su plenitud la inmensidad de la fachada gótica. Sin embargo, una nueva atracción llama estos días la atención de residentes y turistas.
Se trata de una familia de gatos compuesta por la madre y cuatro cachorros que se han establecido en uno de los laterales de la fachada, aprovechando el espacio que hay entre la tela verde que cubre el andamio y la pared de la iglesia.
Los felinos se sienten protegidos por la tela y aprovechan el agujero de un desagüe para refugiarse si presienten que alguno de sus muchos visitantes está decidido a acercarse demasiado. La verdad es que no les falta de nada, hasta el punto de que están sobrealimentados. En el entorno de su hogar improvisado abundan las latas de comida de gato y platos con restos de pienso, además de agua. Al parecer, en los últimos días alguien se ha llevado algunos cachorros.
Y es que el andamio ya está instalado desde hace varios años, favoreciendo la aparición de un pequeño espacio salvaje donde no llegan los servicios de limpieza municipales. Al menos, la presencia de los gatos garantiza que otros animales mucho menos deseados como las ratas se adueñen del lugar.
