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Sa Fira

Un ayuntamiento como los de antes

Un ayuntamiento como los de antes Pep Córcoles

Queridos lectores les voy hablar de otro tiempo. De una época en que Mallorca era un paraíso de convivencia e inocencia. Hablemos de un ayuntamiento; el de Santa Margalida, por decir uno, donde un alcalde cualquiera; pongamos Martí Torres, tiene que entrar en el despacho de una concejal X debido a que se encuentra ausente por maternidad -enhorabuena Maciana Alomar, y un beso muy grande para tí y tu bebé-, y que el alcalde no encuentra la llave. Ante la situación se dirige a una funcionaria que está sentada en una mesa en el recibidor, y le pregunta: "On és sa clau des depatx de na Maciana?". A lo que la funcionaria pone cara de circunstancias como si pensara que el alcalde, digamos que Martí Torres, le está gastando una broma. Se produce un instante de silencio para dejar pasar un ángel y la sonriente trabajadora indica: "Dins es pot dels anous". El supuesto alcalde mete la mano en un tarro de nueces decorativa y saca la llave para abrir el despacho. Y es que en Mallorca aún quedan Ayuntamientos que son como la sana gente de antes. Igual que mi querida abuela, que en gloria esté, que dejaba la persiana cerrada para ir a la compra con un letrero colgado que decía: "Señor sifonero, si no estoy déjeme tres sifones detrás de la persiana. La llave está debajo de la estera".

Arnau Mateu es pregonero porque hará el pregón

Y veamos otro ayuntamiento al azar, digamos Lloret; y a un alcalde, pongamos Toni Bennàssar, al que una periodista le pregunta por teléfono: "¿Señor alcalde; Por qué es Arnau Mateu el pregonero des Sequer? A lo que el edil responde con franqueza: "Porque va ha hacer el pregón". Más claro... agua.

El autor debe de estar contento ahora

Hablemos ahora de sa Pobla, del pueblo, no de su ayuntamiento. Un municipio también de gente sana y franca. En la plaza del mercado, un anónimo opinante pinta en una pared un mensaje reivindicativo. dejemos al margen lo contento que debió ponerse el dueño de la pared, ya abordaremos eso en otra ocasión. Centrémonos en el mensaje, que reza: “Votar cada cuatro años no es democracia”. ¡Es cierto; votar cada seis meses y que una de ellas te caiga el día de Navidad tiene que ser la repanocha! ¿Y quien lo paga esto, perdone?

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