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Manacor, de las perlas a Rafa y el auge teatral

El municipio ha pasado de depender mayoritariamente de las perlas y el mueble a diversificar sus fortalezas

Poco queda del tópico manacorí que unía el municipio a la industria de las perlas y los muebles de madera. Porque aunque ambas actividades siguen representando un buen número de nóminas, las crisis propias de ambos motores (amplificada después por la general) han hecho que pierdan potencia y que las fortalezas de la capital del Llevant estén ahora más distribuidas.

Con una población autóctona y extranjera estabilizada, Manacor es eminentemente un municipio tranquilo, que ha basado en intangibles buena parte de su fama. Abrazado durante la última década a la figura de Rafel Nadal como icono, la nueva academia internacional de tenis para jóvenes promesas y el museo interactivo están creando una sinergia interesante que amplía el potencial de alojamientos de interior, la posibilidad de nuevos hoteles en la ciudad y la mejora de plazas costeras que, como consecuencia, aumentan el atractivo playero y el efecto llamada hacia sus calas vírgenes.

Y precisamente ahí está una de sus principales debilidades: la falta de control en arenales como Cala Varques está echando por tierra el buen trabajo turístico y de promoción. Contrariedad que por ahora no puede ser suplido con una oferta cultural poderosa para redistribuir visitantes hacia la ciudad, con falta de visitas guiadas u ofertas específicas en otros idiomas. Y eso pese a que Manacor sigue siendo una ciudad eminentemente teatral donde las butacas se llenan tanto en la Fira de Teatre como en las funciones invernales de sus dos espacios.

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