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Cuando sa Pobla era taurina

Los ´poblers´ protestaban si no se incluía un espectáculo taurino en las fiestas de Sant Jaume. Las plazas se improvisaban con tablones de los andamios de las obras y carros formando un círculo. Un toro escapó y fue perseguido hasta s´Albufera

Francesc Berga, en la corrida que pagó la CAP en 1984.

Cuando arrecia la polémica sobre las corridas de toros y sunsupresión está sobre las mesas de las instituciones autonómicas, muchos son los poblers entrados en años que recuerdan aquellos muchos años en los que sa Pobla era eminentemente taurina.

Tanto era así, que si por una u otra razón, algún año, el Ayuntamiento suprimía del programa de las fiestas populares de Sant Jaume, el esperado festival taurino la decepción de los ciudadanos era mayúscula y las quejas en voz alta no se hacían esperar.

Resulta difícil precisar, cómo y cuándo se organizó el primer festival taurino en la localidad. No obstante, sí aparecen referencias escritas en archivos y hemerotecas que certifican y dan fe de celebraciones desde finales del siglo XIX hasta ya bien entrada la segunda mitad del XX.

En Una visió retrospectiva d'unes Festes de Sant Jaume, artículo escrito por el médico e historiador Bartomé Siquier Serra Mestrés, publicado en el programa de fiestas del año 1970 y en el primer párrafo que hace referencia a los toros, dice: "Plato fuerte de las fiestas de Sant Jaume era la parodia de la corrida de toros, en la que además pretendía ser la parte más seria siempre aparecía la bufonada a cargo del director de lucha y una cuadrilla de aficionados del pueblo." Y nombra a Charlot Marino y el pobler Paquito Nador, como personajes destacados del espectáculo taurino local.

El coso se instalaba cada año en descampados de las afueras del pueblo, como podían ser los terrenos conocidos por sa tanca den Verdera. sobre los que se asienta la actual escuela Graduada, el campo de futbol sa Fortalesa, el Molí de Can Curt, la plaza del Mercat, y en los últimos años, en un solar todavía existente de la calle Sant Antoni. Su construcción consistía en colocar unas hileras de tablones superpuestos -los que se usaban para los andamios en las obras- de forma circular, que en su interior albergaban los correspondientes burladeros. Circundaban el vallado, un número suficiente de carros, entrelazados entre sí que constituían los palcos sobre los que se colocaba la gente, familiares y amigos del dueño de cada carro. A cada lado de la plaza, se instalaba un palco para autoridades y presidente de la corrida, y otro para la banda de música. Los últimos espectáculos taurinos, entre los años 1971 y 1989, tuvieron como escenario una plaza portátil.

El alcalde generoso

Cada corrida protagonizaba anécdotas curiosas que eran motivo de suculentos comentarios entre los vecinos del pueblo. En la crónica del 24 de julio de 1909 que aparece en la revista Sa Marjal podemos leer que, "siguiendo costumbre de otros años, por la tarde se torean dos toros y una vaquilla... a la que asiste todo el pueblo" y añade que "el alcalde Corró, por su cuenta regala la vaquilla, que vale 200 pesetas, a los pobres y tal acto de generosidad es muy alabado por todo el mundo".

Trece años más tarde, el 24 de julio de 1922, la misma revista cuenta: "Hoy a las cinco de la tarde hay una corrida de toros de Son Sant Martí; uno de estos coge a un tal Tortillo y le golpea y lo pisotea, rompiéndole una costilla, produciéndole algunas llagas. Asiste un gran gentío de La Puebla y también de otros pueblos, a los cuales llama mucho la atención ver como muchos y muchas llevan una botella de seca (cazalla) y de tanto en tanto xarumban. ¡Todavía hubieran podido estar otros diez años a hacer un espectáculo tan bárbaro!". El autor de la crónica, el vicario Parera, aprovecha para arremeter contra las costumbres que se salen de su ideología conservadora.

Por lo que se desprende de la información aparecida en la publicación local El Terruño en su edición de agosto de 1929, durante algunos años no se ofreció el tradicional festival taurino, que fue sustituido por las carreras de caballos, espectáculo que también contaba con numerosos y enfervorizados aficionados.

Un toro hacia s´Albufera

Según la crónica, convertidos los terrenos del que había sido célebre hipódromo de Son Ferragut, en finca de regadío, "se perdió la posibilidad de celebrar un número hípico y resurgió la becerrada". Para aquella corrida, cuenta la crónica, que el Ayuntamiento contrató a Gabriel Rotger Barguero, de Barcelona y Gabriel Pericás Marino. De banderilleros Chatet de Barcelona, Chico de la Plaza, Finito, Bernardo Mas y Antonio Martínez." El espectáculo reunió en el coso a unas cinco mil personas, entre poblers y gente llegada de otros pueblos en camiones y carruajes.

Aparte de los espectáculos taurinos, organizados por el Ayuntamiento, un grupo de amigos autodenominados els Closques, a finales de los 70, organizaron su propia corrida, instalando el coso en la plaza des Mercat. Una fiesta de la que se habló largo y tendido en el pueblo, por el hecho de que se escapara el toro, cuando lo descargaban del camión. El animal, desorientado, emprendió su huida hacia la Albufera, perseguido por los organizadores de la fiesta y varios números de la Guardia Civil.

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