Ya son 23 años los años en que la Matinada Porrerenca y el Sant Roquet son el último acto de las fiestas del santo protector local. Sobre las cuatro de la madrugada con las notas de la Filharmònica de fondo, varios centenares de personas, muchos de ellos jóvenes que estaban esperando el inicio de la fiesta, se dirigieron al Lloc Sagrat donde se encendió la mecha de la traca final de fiestas e inicio del Sant Roquet.

La celebración este año contaba con una ensaimada de 80 kilos que habían preparado Ca Sa Viuda, Can Botera, Sa Fonda, Sa Roqueta, Bar Sa Plaça y Es Centro, con la colaboración del Ayuntamiento, y que fue confeccionada por Benet Barón del Forn i Pastisseria can Baron.

El propio Benet comentaba poco antes del inicio del desfile de la enorme ensaimada por las céntricas calles de la localidad, que este era el octavo año que se le encargaba la elaboración del dulce.

Megaensaimada

"En el centro colocamos una de 1,20 metros de diámetro, que es lo que da de sí la boca de mi horno, para que luego a su alrededor se vayan colocando hasta 60 ensaimadas de un kilo". "Para conseguir estos 80 kilogramos de dulce hemos utilizado, entre otros ingredientes: 120 huevos, 10 kilos de azúcar, 36 de harina, 12 litros de agua y unos 40 kilos de manteca de cerdo. Han sido prácticamente dos días de trabajo llevados con mucha satisfacción".

Ni un minuto

Poco antes de las cinco de la madrugada y con los cánticos de "s'ensaïmada la duim els porrerencs" se inició el recorrido con paradas ante todas las entidades organizativas. El momento emotivo fue cuando se encontraban a la altura de Es Poltre, donde la comitiva se detuvo para realizar un sentido minuto de silencio en recuerdo a Joan Suñer Mesquida, fallecido hace unas semanas.

Tras recorrer la Avinguda Bisbe Campins llegó el momento de intentar conseguir un trozo del tan esperado dulce. En tan solo un minuto no quedó ni rastro de la megaensaimada.

Cabe recordar que la fiesta en sus primeros años consistía en que un grupo de empresarios de la restauración de la zona de Plaça ofrecía un momento de servicio para dar por finalizado el trabajo realizado durante las largas jornadas festivas. El punto y final lo puso la Batukada de Porreres.