Miles de 'pollencins' salieron de nuevo ayer a la calle ataviados con camisas blancas de dormir -los cristianos- y con vistosas ropas de colores -los piratas turcos-. La festividad de la Patrona marca una fecha clave en la vida de Pollença pues en ella se rememora la invasión corsaria y posterior victoria local del 30 de mayo de 1550, que permanece grabada en la memoria colectiva.

En esta edición, el escudo que lució Joan Más cumplió cincuenta años de uso. Cabe destacar que dicha defensa ha de restaurarse cada año tras los golpes que recibe.

Como establece el guión, los defensores de la tierra capitaneados por el héroe local, Joan Mas, volvieron a vencer a las tropas del almirante otomano Dragut -que en realidad se llamaba Turgut Rais-.

El 'mesclat' corrió también por calles y gaznates en una jornada en que el exceso se adueña del sentir popular; pero todo está permitido el día de la Patona. La batalla fue intensa y presenciada por una gran multitud que también tuvo que lidiar con pisotones y empujones.

El momento más caliente de la jornada es sin lugar a dudas el salto por la ventana de Joan Mas y su famoso grito. "Mare de Déu dels Àngels, assistiu-mos! 'pollencins', aixecau-vos, que els pirates ja són aquí", gritó firme y seguro Rafel Cárdenas, el joven que este año encarnó al popular héroe, en mitad del silencio de los asistente. Éstos, que se agolpaban en la calle Major respondieron con una sonora ovación.

Este año el joven Joan Mas lució el vestido de su padre, ya fallecido; un vestido que tiene 40 años y que no volverá a usar según aseguró.

Tras el grito empezó la batalla. El primer encuentro entre Joan Mas y Dragut, el capitán turco interpretado en esta edición por Manuel Encinas, animó a los dos bandos a batirse.

La segunda escaramuza entre unos y otros se produjo, como marca la tradición, en la plaza situada junto a la iglesia de Sant Jordi, donde la historia sitúa uno de los puntos claves del dia de la desgràcia. Los moros retrocedieron ante el empuje apasionado de los defensores locales, que pudieron liberar a los prisioneros que Dragut había encerrado en el templo pollencí.

La fuerza exhibida por las milicias populares obligó a las tropas corsarias a retroceder hasta el campo de fútbol, donde la tradición ubica el combate definitivo que acabó por expulsar a los piratas hacia sus embarcaciones. Joan Mas y Dragut volvieron a verse las caras en una intensa batalla que despertó la admiración del numeroso público que se había desplazado hasta este punto de la localidad. Moros y cristianos invirtieron las últimas fuerzas para doblegar al enemigo. Como no podía ser de otra forma, las tropas de Dragut se dieron por vencidas y regresaron al mar. Joan Mas y los suyos arrebataron la bandera a los turcos como paso previo a la celebración del Te Deum que se cantó en la parroquia de la Mare de Déu dels Àngels.