El reto está echado. Desde hace un mes que en el Bar Castellet de Cala Rajada casi no se habla de otra cosa. Amigos y clientes se juntan periódicamente para contemplar el desafío: ver quién es capaz de comerse la hamburguesa reina de la casa, el menú de los dos kilos, la recompensa de los 300 euros.

Se trata de una hamburguesa elaborada con un kilo de carne y complementada con (ahí es nada) queso, panceta, lechuga, cebolla, tomate y una guarnición de plato a base de patatas fritas. Todo preparado dentro de un enorme pan y cuyo peso final se acerca a los dos kilos de comida. Sebastià Duran, fue el último osado en atreverse anteanoche. El gabellí intentó engullir dicha delicatessen en 45 minutos y sin poderse levantar de la mesa, evitando así posibles tentaciones.

El intento, lamentablemente, fue fallido. El comensal no pudo con tanta emoción carnívora, y eso que antes de empezar reconocía que se había preparado a conciencia para llevarse el botín: no había comido nada durante todo el día, solo bebido para ensanchar el estómago. Pero ni esto, ni el apoyo de amigos, familia y clientes del establecimiento, que le animaron sin cesar, fueron suficientes para que Duran se terminara de comer el plato servido.

Él ha sido la decimosexta persona que lo ha intentado en el último mes, pero, como el resto, se ha quedado en el intento. Ninguno de los dieciséis concursantes ávidos de carne y patatas han sido capaces hasta ahora de liquidar la ración de hamburguesa 'asesina'.

Quienes quieran, pueden probar y tratar de terminarse a la reina de la casa. Además, si lo hacen en el periodo fijado, conseguirán el premio de 300 euros pactado. En caso de no hacerlo, tendrán que abonar el precio del plato, es decir, unos 30 euros.

Tan peculiar idea, más típica de Estados Unidos que del este mallorquín, surgió en el transcurso de la pasada Eurocopa de fútbol, cuando un grupo de amigos que frecuentar el bar quisieron averiguar quién sería el primero en terminarse una hamburguesa, que precisa de 30 minutos de plancha (un cuarto de hora por cada lado).

Cuentan que quien más cerca ha estado de comérsela toda, fue un delgaducho oriundo de Capdepera, que sin embargo solo pudo con tres cuartas partes del plato. También que un alto y fuerte cliente de origen polaco lo rozó infructuosamente. Mientras tanto, 300 euros esperan en el Bar Castellet de Cala Rajada, para quien se atreva con la osadía.