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Atribuyó el fallo a que la hélice estaba deteriorada por el sol

El aviador Salvador Hedilla.

­El diario La Almudaina, en su edición del 24 de julio de 1916, publicaba la crónica del fracasado vuelo: "Al fin mandó dar vuelta a la hélice y se dispuso a elevarse, pero el aparato no obedeció y en vez de trazar una recta sobre el campo, se lanzó hacia el público, deteniéndose a unos palmos de los espectadores y siendo un milagro que no ocurrieran sensibles desgracias. Después de otra intentona el señor Hedilla dejó tierra y se elevó en dirección al pueblo de Búger. Poco a poco se fue alejando y el público le vio apenas aterrizar muy lejos, suponiendo estaría averiado el aparato. El señor Hedilla no regresaba y el público fue desfilando".

Al día siguiente, La Almudaina daba a conocer los motivos del percance, según el propio Hedilla, "diciendo que al poco tiempo de elevarse notó ya que el aparato no marchaba con la regularidad debida. La irregularidad se fue acentuando más y más, (€) el problema fue que una de las palas de la hélice se estaba deshaciendo en astillas restando fuerza y equilibrio al aparato".

El aviador atribuyó el hecho a que su aeroplano había permanecido dos días guardado en una finca de sa Pobla bajo una techumbre sin condiciones sobre la que daba de pleno el sol, dañando la madera del hélice, que no pudo resistir el choque con el aire. Y añade que "al comprobar el peligro que corría, buscó medio de salirse de él, pero se encontró sobre unos campos sembrados de árboles que hacía imposible el aterrizaje. Con un vuelo planeado pudo llegar a una llanura de la finca Sa Llebre para aterrizar".

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