—¿Por qué decidió hacer la tesis doctoral en Son Servera?
—Porque mi profesor y supervisor del doctorado, Marc Llobera, empezaba el proyecto y me preguntó si quería formar parte de él. Me tentó un proyecto tan interesante y dije que sí enseguida.
—¿Recuerda su primer día?
—Si, nosotros tres, Toni, Marc y yo, fuimos a ver diferentes zonas arqueológicas y me motivó muchísimo, enseguida se me paso el jetlag.
—¿Fue tal y como se lo había imaginado?
—No lo sé. Estaba dispuesto a probar cosas nuevas. Había leído y estudiado mucha teoría sobre la arqueología, pero creo que es algo que se aprende a base de práctica y experiencia.
—¿Cual fue su impresión sobre el trabajo?
—Por un lado estaba emocionado. Se trata de algo nuevo y diferente a otros proyectos que se han ido haciendo aquí en Mallorca y en otros puntos del Mediterráneo. Estuve muy ilusionado de poder hacer cosas que otros arqueólogos no han hecho antes.
—¿Qué parte de su trabajo es la más difícil o le gusta menos?
—Creo que lo único que podría decir es que como somos tanta gente, hay momentos en que es difícil organizarnos. Pero también es muy satisfactorio trabajar con un equipo tan grande.
—¿Cree que es difícil trabajar en el mismo proyecto pero con personas diferentes cada año?
—Lo es un poco, pero también es uno de los grandes beneficios. Es muy interesante trabajar con muchas personas, puesto que cada una tiene experiencias diferentes y además llegas a conocer gente de todo el mundo… Hay estudiantes de Estados Unidos, de España, de Australia, etc. Es bonito ver como todos hacemos piña a pesar de que sea por poco tiempo. Ahora tengo amigos en Facebook de muchos de países de todo el mundo.
—Han pasado tres años ¿Tiene el mismo objetivo que al principio?
—A nivel general tenemos los mismos objetivos que al principio, como por ejemplo intentar cubrir la mayor parte del territorio de Son Servera que sea posible. Cada año surgen pequeños proyectos que ayudan a encaminar el principal.
—¿Tiene el mismo entusiasmo que el primer año?
—¡Sin lugar a dudas, sí!. El primer año éramos un equipo muy pequeño, el segundo más grande, con muchos españoles, y este año es todavía más grande.
—¿Cuál es la razón por la cual le gusta tanto tu trabajo?
—Creo que por el proceso de trabajar en equipo. Cada persona tiene diferentes habilidades y todos aprendemos de todos. A veces, los alumnos aprenden de nosotros y nosotros cosas nuevas de ellos. Tener diferentes perspectivas, haber tenido diferentes experiencias y tener diferentes habilidades hace que el proyecto sea un éxito.
—¿Qué es lo que te gusta más de Son Servera?
—El apoyo de la gente. He trabajado en diferentes proyectos en Estados Unidos y en otros lugares y nunca me había sentido así. El apoyo del Ayuntamiento, de la gente local, de los hoteles, y una lista infinita de gente que nos ha ayudado, es increíble.
—¿Le gusta la dieta mediterránea, la comida local?
—Me encanta. Intento comer cosas que sólo pueda comer aquí y alimentos que no pueda conseguir en Seattle.
—¿Cuál es su plato favorito?
—No podría decir cuál... cualquier plato mallorquín ya sea pan con aceite, sobrasada, ensaimadas, tumbet… Cada año, antes de venir hago una lista... no puedo elegir sólo un plato.
—¿Se ha acostumbrado a nuestro clima?
—Este año el tiempo es muy bueno. El año pasado fue horrible, hizo mucho calor. Sí, puedo afirmar que el tiempo es maravilloso.
—¿Y a la siesta?
—¡Sí!. Hay miembros del equipo que no hacen, pero yo siempre. Trabajamos muy duro durante toda la mañana, y nos levantamos muy pronto, ¡Créame que cuando llega la una del medio día es hora de estar a cubierto, frescos y mucho mejor si hay ventilador!.
—¿Al irse, va a echar de menos al equipo de alumnos con los que ha trabajado?
—Estoy convencido. Echare de menos a todos los estudiantes con quienes he trabajado e intento mantenerme en contacto con ellos siempre que puedo. Es muy bonito recibir noticias de antiguos estudiantes cuando ya ha pasado algun tiempo, saber qué hacen, como les va la carrera, etc.
—¿Le gusta vivir en Son Servera durante un mes al año?
—Es fantástico. He estado en Alaska, en el Ártico, también tengo amigos en México y ahora también en mi trocito de tierra aquí en Son Servera, donde vengo cada verano. Para mi es el mejor lugar de todos.
