El proyecto para edificar en Costa de la Calma (Calvià) un complejo asistencial de lujo, con pisos para jubilados europeos de alto poder adquisitivo, ya ha arrancado definitivamente tras una larga tramitación administrativa. La demolición del club de tenis sobre el que se construirá la infraestructura se efectuará después del verano, aunque en estos días ya se realizan algunas obras para preparar la operación.
En declaraciones a este diario, el representante jurídico de la propiedad, José Guerrero, señaló que han aplazado el derribo de la instalación deportiva, para no interferir en el desarrollo de la temporada turística con la utilización de maquinaria pesada. "No queremos causar molestias. Durante el verano, se paralizarán las obras", manifestó Guerrero. Actualmente, el club de tenis ya se encuentra cerrado al público.
La intención de los promotores es que, a partir de octubre, se realicen de forma consecutiva las operaciones de derribo y de construcción, la duración de las cuales aún no se ha estimado, apuntó el mencionado representante legal. El proyecto presentado en su día prevé medio centenar de apartamentos independientes, que tendrán una superficie de unos 55 metros cuadrados y estarán repartidos en cuatro bloques. Cada uno de los pisos contará con su propia plaza de aparcamiento.
El centro asistencial tendrá además un club social con gimnasio, un comedor, una piscina e instalaciones de tipo sanitario.
La filosofía del complejo pasa por que estas viviendas tuteladas puedan ser usadas por personas a partir de 55 ó 60 años. Vivirán de forma independiente en los apartamentos y, al mismo tiempo, podrán acceder a los servicios comunitarios de ocio y de atención médica.
La tramitación del proyecto ha sido larga. En primer lugar, tuvo que completarse una modificación urbanística por la cual estos terrenos -con una superficie de 10.000 metros cuadrados- pasaron a estar catalogados como equipamientos privados, cuando antes eran espacios libres privados. En los primeros compases de la tramitación, los vecinos protestaron por la posibilidad de que la nueva catalogación urbanística abriese la puerta a usos comerciales y de ocio, como discotecas. La promotora del proyecto y el Consistorio se comprometieron a que sólo se permitiría un uso asistencial y sanitario.
