-¿Cuánto tiempo ha dedicado usted a la agricultura?
-He trabajado 31 años en la cooperativa de Sóller como vendedor, impulsé la creación de la sección hortofrutícola cuando la cooperativa solo se dedicaba a los piensos, abonos y la producción de aceite. Después, estuve 13 años en la denominación de origen Oli de Mallorca.
-¿Por qué su implicación con la aceituna?
-En mis años en la cooperativa de Sóller esta institución hizo mucho por los cítricos. Una vez una socia me reprochó que hacíamos mucho para la naranja pero poco por el aceite. Este reproche nos sirvió para modernizar la almazara y poner el embrión de lo que hoy es el aceite de oliva que conocemos. Y de eso hace ya 26 años.
-¿Cómo surgió lo de crear una denominación de origen?
-Cuando modernizamos la almazara se mejoró la calidad y empezamos a embotellarlo. Entonces otras empresas aceiteras de la isla nos imitaron la botella e incluso la etiqueta lo que provocaba confusión entre los consumidores. Por entonces surgió la idea de crear una denominación para crear un sello de calidad y diferenciarnos del resto del aceite que se envasa en Mallorca.
-¿Y qué resultados ha dado esta labor?
-Bueno, hoy en día la DO agrupa a siete 'tafones', más de cien marcas, 21 envasadores y unos 600 productores. La denominación ha sido, a su vez, una solución a los problemas de los olivares de la Serra, que se caracterizan por ser pequeños y de una producción muy limitada.
-¿Qué herencia deja en la agricultura?
-Por lo menos hemos conseguido que no vaya a menos. Hay cosas que se hacen bien y los payeses sacan un provecho de su trabajo, cosa que antes no pasaba. Hemos dado nombre al aceite de oliva que se produce en Mallorca, conseguimos que se venda y, en cierto modo, ello ha ayudado a conservar las explotaciones agrarias porque sólo con subvenciones es inviable. En definitiva, en todos estos años hemos conseguido dar un valor añadido al aceite de oliva.
-¿Cómo se encontró el cultivo del aceite en sus inicios?
-La renovación de la 'tafona' de Sóller y la creación de la DO crearon nuevas expectativas en un momento en que el cultivo del aceite había quedado en el ámbito familiar para el autoconsumo. Desde luego todavía queda mucho por hacer, al igual que ocurre con los cítricos. Ahora mismo tenemos la suerte de exportar hacia Europa la mayor parte de la producción de naranjas y, desde el punto de vista del aceite, hay que seguir trabajando para tener más mercado.
-¿Qué no ha podido solucionar en la agricultura de la Serra?
-La agricultura de la Serra de Tramuntana es muy difícil por muchos diferentes aspectos. Para que la producción de aceite y cítricos mejore y su gestión en el mercado sea beneficiosa se necesita tener gente preparada como la que había antes. Ese aspecto debe mejorarse aún.
-¿Tiene futuro el olivar y la agricultura en la Serra?
-No quiero ser pesimista, pero no queda otro remedio. Ha de tenerlo. La agricultura tendrá futuro siempre que haya personas dispuestas a trabajar en ella. Y yo personalmente creo que la hay porque vivimos tiempos difíciles y la agricultura requiere mano de obra.
-¿De qué se siente más orgulloso?
-Pues de que a pesar de las dificultades que conllevó construir una nueva 'tafona' e impulsar una denominación de origen para el aceite y después para la aceituna, el tiempo ha terminado por darnos la razón. Iniciamos el camino adecuado para potenciar un producto de calidad a pesar de todas las equivocaciones que hayamos podido hacer en todos estos años.
-¿Cree que uno puede dedicarse a las labores de la tierra aquí?
-Se está trabajando mucho en la conservación del paisaje y el medio ambiente, se crean puestos de trabajo e incluso se habla de limitar el número de visitantes por la Serra. Eso quiere decir que se está haciendo mucho trabajo para la agricultura de la Tramuntana y la gente que nos visita así lo valora.
-¿Cómo afectan las grandes explotaciones de olivos del Pla en la DO?
-Creo que son actividades compatibles. Al lado de las grandes superficies siempre hay pequeños negocios. En nuestro caso, las grandes explotaciones ayudan a incrementar la producción de la DO porque la de la Serra sería insuficiente para abastecer el mercado. Ello ha permitido que podamos exportar aceite al exterior, cosa que de otro modo sería imposible.
-¿Existe una fiebre por la siembra de olivos actualmente?
-Bueno, creo que ahora ya se debe parar de sembrarlos. Los hay que han tenido problemas porque no han podido acceder a la DO, otros porque no tienen extensión suficiente o porque sus explotaciones no permiten la mecanización. Antes hay que asesorarse sobre qué superficie plantar, si es factible mecanizar y qué variedades son las que más convienen. Todo eso se ha de tener en cuenta antes de plantar los olivos, porque no todos valen. En cambio en la Serra, las plantaciones ya existían desde mucho antes y tenemos que adaptarnos a lo que hay. En el Pla, si sobra algo, son plantaciones mal planificadas.
-¿Es caro el aceite de oliva que se comercializa con la DO?
-El precio en sí depende de cómo se hace el aceite. Es como el vino, los hay muy caros y otros más baratos. En la DO hemos apostado por la calidad frente a la cantidad y eso nos hace bajar el rendimiento al 12 o 15% frente a las explotaciones de fuera que llegan al 25%. Nos hemos decantado por la calidad diferenciada al no poder competir con la cantidad para hacernos un hueco en el mercado. Otro factor en contra es que los olivares de Mallorca no tienen subvenciones. Las administraciones nos creen ricos sin valorar que lo tenemos más difícil que en otros lugares.
-¿Y puede ser competitivo?
-La solución para nosotros ha sido hacer un producto diferenciado para poder ser competitivos en el mercado.
