Tras décadas de protagonismo casi exclusivo, la Fira de Maig de Campos vivió ayer su domingo grande sin vacas. Ya el sábado, cuando tradicionalmente se celebraba el concurso morfológico a la mejor vaca frisona previo a la jornada dominical, el ambiente era una mezcla de protesta y resignación. Pero mira por donde, quizás la galopante crisis del sector lechero pueda ser, a su vez, la oportunidad para poner en primera linea del escaparate comercial al pan campaner.

Y es que las harinas, las levaduras y todo cuanto se puede hacer con ellas, desde panecillos varios hasta cerveza o helados, fueron ayer las auténticas dinamizadoras de la Fira, ensalzando de esta manera un producto al que el municipio siempre ha cuidado con aprecio y sentido como algo autóctono.

Bajo el título Pa, Pa, Pa. Ferments i altres farines, en la carpa central se reunieron los profesionales más respetados del sector para hablar de las distintas variedades de trigos (algunos de ellos en proceso de experimentación y rescate por parte de la conselleria de Agricultura), harinas y utensilios para hacer pan, con charlas informativas sobre su historia o la importancia de la fermentación en cada sabor y textura.

Los panaderos locales también salieron al escenario para que todo aquel que quisiera (y a fe que fueron tantos que colapsaron la carpa) pudiera ver con sus propios ojos cómo se elaboran las coques antiguas hechas con pasta de pan, los panets francesos o d'oli, las coques de refús o raïssons, o un prim con sobrasada, higo y albaricoque.

Aunque el éxito de unos no pudo dejar de lado el penar de los demás; de un sector de capa caída que como muestra de protesta plantó sobre un muro de balas de paja, un letrero donde se podía leer: "en apoyo a los ganaderos, consume productos mallorquines", bajo el cual se colocó una vaca de plástico, inmóvil, oteando el panorama, que sirvió para que muchos visitantes a la Fira se hicieran fotos montados en ella.

La suspensión del certamen nacional por la crisis del sector lácteo obligó hace unas semanas al consistorio a replantear los argumentos. Los ganaderos se quejan de los excesivos costes por la insularidad y falta de una mayor concienciación por parte de ciudadanos, hoteleros e instituciones hacia las horas invertidas en su trabajo y el coste real de producir la materia prima. En el horizonte parece haber un rayo de esperanza: que la ecotasa tenga en cuenta al sector y se llegue a crear una marca de calidad de la leche y el queso de la isla.