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La Fira de Santa Maria cumple 150 años

El popular evento tradicional nació a partir de una propuesta del alcalde Gabriel Mesquida en 1865, aunque tardó un año en fraguarse y traducirse en la primera edición de la fiesta

La feria ha sido escenario de muchos eventos y las reivindicaciones sociales no han estado ausentes en ella. Miquel Bosch

Santa Maria celebrará mañana su tradicional feria, una de las más antiguas de Mallorca. Esta edición es especial pues supone el 150 aniversario desde la fundación del evento.

Esta feria tiene nombre propio, el del alcalde Gabriel Mesquida, de Son Bieló, quien en el año 1865, propuso por primera vez implantar una feria anual en la localidad. Transcurrió casi un año para que la misma empezara su andadura, y fue el concejal Joan Canyelles, de cas Sucrer, quien propuso que la cita comercial y festiva se convocara el último domingo del mes de mayo.

Al estar la localidad en un cruce de caminos entre los pueblos de es Pla y de la montaña facilitaba la comunicación entre los municipios y por tanto confería al pueblo un marco excepcional para una feria. La primera tuvo lugar el 27 de mayo de 1866, en la plaza de la Vila.

En el año 1870 se estudió la posibilidad de cambiar el evento al último domingo de abril para no coincidir con las ferias de otras localidades, y así, en 29 de septiembre de 1870 el gobernador civil, autorizó el trasladó de fechas. A partir de 1871, la feria se viene celebrando en su fecha conocida hasta nuestros días, el último domingo del mes de abril.

La celebración de es firó no se implantó hasta años más tarde, y todo vino motivado por la inauguración del corredor ferroviario que unía las ciudades de Palma e Inca. Esta infraestructura dio un nuevo impulso a la feria.

Poco a poco le diada fue superando su calidad de evento de compra y venta de productos y herramientas del campo para convertirse en una diada festiva y gastronómica.

El 'firó'

El primer firó se celebró 25 años más tarde y, según unos artículos publicados por Andreu Bestard Mas, fue iniciativa del propietario del hostal Cas Teulers, un empresario llamado Jaime. Convenció a las autoridades para que los lunes se volviera a instalar una exposición en la plaza para celebrar un firó, pero unicamente por la mañana.

Así lo hicieron y ante su sorpresa, los vendedores vieron como acudía una importante afluencia de compradores. Cuando el reloj del campanario daba las doce del mediodía, se daba por finalizada la jornada del firó.

Hasta el año 1937, la feria se celebró en la plaza de la Vila y en sus calles adyacentes, pero dado el auge de la misma y el constante aumento de puestos de venta, en el año 1938, se decidió su traslado a su actual emplazamiento, situado en la Plaza Nova. Poco a poco ha ido incrementando sus lugares de exposición, ampliándose paulatinamente a las calles adyacentes a la misma.

Paso a paso, la feria tradicional de compra y venta entre payeses, y dadas las nuevas circustancias económicas, así como de cambio de costumbres, se ha convertido en una gran exposición, tanto de productos agrícolas, igual que sucedía en sus inicios, como de muestra de nuevas incorporaciones del estilo de la exposición de vehículos a motor.

Así como la sociedad ha ido cambiando sus costumbres, la feria de Santa Maria también se ha sabido adaptar. De ser una feria de domingo, como en sus inicios, se han ido incorporando otras facetas. Han cobrado importancia las de carácter cultural, como puede ser la Nit d'Art, que se inaugura el jueves anterior a la feria desde hace 19 años, con exposiciones de esculturas y cuadros de diferentes artistas, tanto de nuestra isla como de la península. Hay actuaciones musicales y de otras artes. Estas actividades protagonizan los días previos a la feria.

La cita anual es esperada por los santamariers con mucho interés, tanto por los jóvenes como por los mayores.

En otras épocas, cuando los niños reclamaban alguna cosa, la respuesta de los mayores era: "Te lo compraré en la feria", y a los más revoltosos, les solían decir "te cambiaré en la feria".

Personajes

A lo largo de estos ciento cincuenta años, la feria ha tenido sus personajes populares, como mestre Pep, es randero, que vendía puntillas y era muy gracioso, y de los que más vendían. También estaba es Senaller, el cual vendía cestos, cuerdas y todo tipo de objetos de cáñamo. Cuando finalizaba el firó y se subía al carro en el que transportaba sus mercancías, solía pronunciar un divertido sermón de despedida. Y nadie se quería perder es sermón des Senaller que ponía punto final al firó.

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