Una madrugada de verano en Magaluf. Un local con decenas de personas que llevan bebidas en la mano. Personas que gritan. Un relaciones públicas sin camiseta y con tatuajes que anima a la multitud. "¡Buenas noches, señoritas! ¿Bebidas gratis, señoritas? ¿Jäger Bomb, señoritas?". Unos móviles que centellean en la oscuridad, captando la escena principal: doce jóvenes que rodean a una joven mientras ésta practica una felación a cada uno de ellos. Y un amanecer de culpa de la chica, amplificada por la difusión del vídeo en las redes sociales y en los medios de comunicación. Un gran escándalo.

Se trata de una escena bien conocida por todos los mallorquines tras el escándalo del mamading de Magaluf del 2014 y que, ahora, es el punto de partida de una novela de reciente aparición en el Reino Unido, Viral (Editorial Faber&Faber), que amenaza con convertirse en un gran éxito. Su autora es la escritora de origen australiano pero afincada en Glasgow (Escocia) Helen FitzGerald, que firma bestsellers como Dead Lovely, junto con otra decena de libros.

Como prueba del interés que ha despertado el libro, está el dato de que ha habido una competida puja por hacerse con sus derechos televisivos, que finalmente han recaído en Kudos, que son los productores de series tan conocidas como Broadchurch, que ya va por su tercera temporada en la cadena británica privada ITV. El argumento de ficción remite invariablemente a lo sucedido en Magaluf hace dos años, aunque la autora, en sus entrevistas promocionales, no ha hecho referencias directas a ese escándalo que removió los cimientos de la industria turística.

La protagonista del libro se llama Su. A regañadientes, accede a viajar a Magaluf con su hermana adoptiva Leah y sus amigas para celebrar el fin de los exámenes. Las dos tienen caracteres diferentes. Su es aplicada, estudiosa y hogareña. Leah, en cambio, es la rebelde de la familia.

En su última noche en Maga, como les gusta a los ingleses llamar a Magaluf, llega el desmadre, alentado por las drogas y el alcohol. "Doce hombre me rodean en un círculo, listos para ser el siguiente. Hay gente detrás de ellos, con bebidas en la mano y gritándome. Unos móviles me graban", relata la propia Su en el primer capítulo del libro.

Port de Pollença

Cuando se despierta en el baño de un apartamento alquilado, llega la bofetada de la realidad. Alguien ha colgado en la red el vídeo. Los sentimientos de culpabilidad y vergüenza hacen que Su huya, buscando refugio en un hotel del Port de Pollença.

A partir de ahí se desarrolla un intenso thriller, que ahonda en las consecuencias que tiene para la familia la difusión del vídeo y en el camino que inicia la madre adoptiva de Su, Ruth, una juez implacable, para llevar ante la justicia a los responsables de la desdichada noche.

En las entrevistas promocionales, FitzGerald ha explicado que empezó a escribir Viral cuando su hija se iba de vacaciones a Magaluf con seis amigas tras el fin de las clases. "Había historias tras historias sobre chicas que habían sido grabadas allí haciendo todo tipo de cosas. El libertinaje. Mujeres tratadas como carne. Al principio, yo estaba aterrorizada por Anna [su hija]. Pero, realmente, yo confío en ella. Y le he dedicado el libro. Me ayudó mucho con las descripciones del lugar, la rutina de cada día", contó la escritora al diario escocés The Herald. FitzGerald se inspiró también viendo programas de telerrealidad como Geordie Shore o Magaluf Weekender, centrados en las peripecias etílicas y sexuales de jóvenes británicos en la noche de Punta Ballena. Las primeras críticas inciden en que la novela pone al descubierto los peligros que rodean a las redes sociales, así como las dificultades para quitar información personal de la web cuando ya se ha publicado, entroncando con el debate del derecho al olvido en internet.

La publicación de este libro llega casi dos años después del polémico vídeo sexual de la felación colectiva grabada en un local de Magaluf durante un pub crawl (una excursión alcohólica organizada). El escándalo de dimensiones planetarias que generó la difusión de esas imágenes tuvo profundas consecuencias, que fueron desde la imposición de duras restricciones al pub crawling hasta una reflexión generalizada realizada por autoridades y sector turístico sobre la viabilidad de un modelo de negocio low cost basado en los excesos.

Medidas municipales

Entre las medidas adoptadas al rebufo del escándalo, figuró la prohibición de consumir alcohol por las noches en las calles de Calvià y las restricciones al seminudismo. Después, llegaron también los bobbies (policías británicos) para reforzar la autoridad policial ante sus compatriotas. Y todo ello sin olvidar los esfuerzos realizados por los hoteleros de la zona para cambiar de rumbo, reduciendo la llegada de hooligans y apostando por atraer un turismo familiar y de jóvenes de más nivel adquisitivo. Un Magaluf de futuro que los políticos y el sector turístico esperan que no depare argumentos para más novelas.