Sin palabras. Vivir la fiesta de Sant Antoni de Artà resulta toda una experiencia. Y ayer, coincidiendo con fin de semana, la saturación de jolgorio fue total. Un año más, la genuina y auténtica esencia de la celebración de cada mediados de enero se manifestó en la localidad de la comarca del Llevant. Camisas blancas y pañuelos rojos colorearon, tal y como marca el protocolo histórico, el caldeado ambiente. Pese al frío.

El típico primer acto de la mañana supone siempre toda una declaración de intenciones. En esta ocasión la casa des trull fue en Ca l´Obrer Joan Servera (rector), en la plaza del Conqueridor. En la merienda (con presencia de miembros de la obrería, políticos, rostros conocidos del panorama sociocultural, periodistas, etc.) no faltó chocolate con ensaimadas.

A las 9 en punto, apoteósico primer baile de los dimonis, es decir, en Mosca y en Ferriol. La melodía brindada por los músicos, banda sonora extraordinaria de una jornada con desbordada devoción. Así lo reflejó la acapte pel poble, recorrido que constata un fervor único cada 16 de enero.

A destacar la limpieza express de la plaza Conqueridor, por parte del ayuntamiento de Artà. No faltaron los cánticos habituales ni las gloses. Este año mucha gente comentaba el ya famoso posado del dimoni manacorí con la modelo rusa. Entre las bebidas más consumidas, herbes Moyà, mistela, mesclat y pomada. Las Completes, puro sentimiento. Por la noche ardieron en torno a cincuenta foguerons.