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Agricultura

Cuando el higo seco sustituyó a la naranja

A mediados del siglo XIX el municipio de Sóller sufrió una grave plaga que afectó a la producción de cítricos y la industria de la higuera se convirtió en una alternativa de negocio para muchos productores del valle

Un grupo de trabajadoras de la fábrica de higos.

Corría mediados del siglo XIX cuando el municipio de Sóller sufrió una grave plaga que acabó con gran parte de sus cultivos de cítricos. El valle, entonces, se sumergió en una profunda crisis económica y social por las graves consecuencias que le acarreó la desaparición de su principal fuente de ingresos económicos. Ante la situación que se le presentaba a un municipio todavía rural, la diversificación de sus fuentes de ingresos resultó crucial y se convirtió en moneda para su nuevo empuje.

La grave crisis provocada por la plaga que afectaba a los cítricos motivó que muchos sollerics hicieran sus maletas para emigrar a Francia. Otros lo hicieron hacia Sudamérica y los que se quedaron optaron por iniciar nuevos cultivos para sustituir los maltrechos naranjos.

La industria de la higuera se convirtió en una alternativa en un valle que, por el año 1868, prácticamente no tenía cultivos de este tipo. Así fue como se produjo el nacimiento y la expansión del cultivo del higo en Sóller y, lo más importante y quizás más desconocido, la industria de producción y exportación del higo seco. Así lo recoge el reciente estudio que ha elaborado el historiador local Antoni Quetglas, que ha recogido numerosa información relacionada con esta industria que se instaló en el valle a finales del siglo XIX.

Fruta muy consumida

Según los datos recopilados por Quetglas, el higo era una fruta muy consumida por las clases populares de la época y propició el crecimiento de la ganadería porcina y, con ella, la industria de los embutidos. De esta forma, a partir de 1870, Sóller se convirtió en el principal centro exportador de higos secos de todos los puertos comerciales de la Part Forana (Alcúdia, Andratx, Pollença y Felanitx) cuyo principal destino eran los comercios que los propios emigrantes instalaron en sus países de acogida.

En Sóller se constituyeron tres compañías que se dedicaron a la producción de este fruto: Hijos de José Pizá, la de Antonio Arbona y la de Guillem Bernat.

Como dato curioso, esta última empresa tuvo su sede durante un tiempo en el edificio que posteriormente se convertiría en la estación del tren, por entonces propiedad de la familia del poeta Josep Maria Pons i Gallarça. Cada una de estas empresas generaron entre 30 y 50 puestos de trabajo, en su gran mayoría ocupados por mujeres.

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