Gabriel Payeras afronta su tercer mandato como patrón mayor de la cofradía de pescadores de Alcúdia, que actualmente es el puerto pesquero con mayor número de barcas de Balears. Recientemente ha sido reelegido por sus compañeros. Nos recibe en el Moll Vell del Port d'Alcúdia, junto a la lonja y nos cuenta su experiencia e inquietudes entre cajas de pescado, después de una dura jornada.
-¿Cuándo comenzó usted a pescar?
-Empecé cuando tenía 28 años, ya era mayor. Hará aproximadamente 27 años que me lancé a esta aventura.
-¿Y cómo fue eso?
-Yo era mecánico y siempre había sido aficionado a la mar. Era lo que se llama un recreísta. Aprovechaba cualquier momento para navegar y pescar por deporte. Me gustaba mucho así que en un momento de mi vida tomé una determinación. Lo hablé con mi mujer y ella me apoyó.
-¿Cómo comenzó?
-Empecé como marinero. Mis conocimientos de mecánica eran muy útiles a bordo. Estuve dos años como marinero y luego me compré una barca propia. Tras la experiencia puedo decir que nunca volvería al taller. Es un trabajo que cansa y, sin embargo, el mar te da libertad. Si estoy días sin salir siento que el mar me llama.
-¿Qué supone económicamente para alguien que quiera hacer este trabajo?
-No más que iniciar cualquier otro negocio; la inversión inicial probablemente sea costosa, pero una vez que tienes la rueda en marcha es como cualquier otra cosa. Por ejemplo comprar un llaüt de 6 ó 7 metros, de segunda mano, puede costar unos 30.000 euros. Los aparejos son caros, eso sí. Cada red cuesta 100 euros. Realmente los aparejos cuestan más que la barca pero una vez que los tienes sólo es reponer lo que se va deteriorando.
-¿Y si quisiera dedicarse a la pesca de arrastre?
-Eso ni pensarlo. Los arrastreros que tenemos van desapareciendo. Una barca de bou cuesta mucho. Es un tipo de pesca que además está mal visto socialmente ahora, aunque realmente es muy necesario porque si no en Mallorca podríamos despedirnos de tener merluza y otras especies muy habituales en el mercado. La pesca de arrastre tiene, además de los elevados costes, muchas trabas administrativas.
-¿Hay muchos jóvenes que se dedican a pescar?
-Es un oficio duro y sí, en Alcúdia tenemos pescadores jóvenes, pero les viene de familia. Bien porque han heredado la barca o bien porque han pescado con su familia y se compran una.
-¿Qué problemas tienen actualmente los pescadores de Alcúdia?
-Tenemos problemas con las concesiones: almacenes, explanada, surtidor de combustible. Las tasas son elevadas y los ingresos no son suficientes, y no podemos subir las cuotas porque ahogaríamos a los pescadores.
-¿Y la competencia de los pescadores deportivos?
-Los pescadores deportivos no nos hacen la competencia. Los que nos hacen daño son los furtivos. Detrás de nuestro muelle se cría mucho pulpo y cada día tenemos allí barcas y submarinistas. Estos son furtivos. Pescan más que nosotros y lo venden en negro a restaurantes. Otro ejemplo es la pesca del calamar; una vez puesto el sol no se puede pescar y a diario están saliendo barcas furtivas a por él, incluso con luces para atraerlo.
-¿Y no hay inspectores que lo vigilen?
-No hay recursos suficientes. En Mallorca debe haber tres ó cuatro inspectores y se entretienen en inspeccionarnos a nosotros.
-Me resulta curioso ver que siendo las aguas de Balears ricas en atún no exista una pesca profesional local de esta especie...
-Es una pesca complicada. Está muy controlada y el único puerto de Balears donde se puede descargar es Palma. Nosotros tenemos siete etiquetas; es decir que podemos pescar siete atunes, de forma accidental, y ni siquiera las hemos usado porque es que serían pérdidas totales. El organismo internacional que regula la pesca del atún -el ICAT- prefiere tratar con unos pocos grandes operadores antes que cientos de pequeños pescadores.
