Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

50 años sin Pere de Son Gall

El helicóptero ´robado´

Aquel campesino de bicicleta y cigarro que aún recuerdan muchos ´llucmajorers´ fue el inventor del Cometagiroavió, un prototipo volador que podía despegar en vertical - Lo ideó entre 1919 y 1920, tres años antes de que Juan de la Cierva se llevara los honores

Apenas se oye nada alrededor. El motor Anzani, comprado un año antes en París por 7.000 francos, parece responder y eso se nota: explosiona, ruge y acelera sus revoluciones... ¡Funciona!, ¡funciona!. La palas que forman las hélices superiores comienzan a girar de manera uniforme, al tiempo que levantan una nube de polvo sobre los pocos espectadores. De la incredulidad al asombro, de la tierra de almendros de Son Gall a casi veinte metros de altura y sin pista. Es noviembre de 1929 y el vuelo vertical es una realidad, el helicóptero del Quijote de Llucmajor, bautizado por él mismo como Cometagiroavió, está volando a máxima potencia bajo las nubes mallorquinas.

Ciertamente el espectáculo no dura mucho, apenas unos minutos. El motor de tres tiempos envuelto en una carcasa de madera se ha revolucionado demasiado y eso afecta a la estructura metálica, que sufre las fuertes vibraciones derivadas de unos materiales demasiado pesados, en un diseño que hay que mejorar. Pero... ¿Cómo?, ¿Cómo un hombre del campo mallorquín sin carrera va a conseguir ser reconocido como una de las figuras clave de la aviación después de ser ninguneado interesadamente por el Gobierno?

Pere Sastre Obrador nació cerca de Llucmajor en 1895, en la finca de cuyo nombre, muchos, durante décadas, parece que no quisieron acordarse. El de Pere de Son Gall es un relato de perseverancia, de poco dinero y mucha obsesión. De horas de física y trigonometría robadas al campo que heredó de su padre, fallecido prematuramente el 1920. Esa década, la de la aviación, pilló a contrapie su sueño de ser piloto... aunque nunca el de volar. Sus vicisitudes para subsistir y la falta de reconocimiento público como inventor, marcaron una vida que terminó el 8 de diciembre de 1965, hace 50 años, en la casa del hospicio, asistido por las monjas de la Caridad y por quienes siempre creyeron en él.

Si repasamos libros o enciclopedias sobre aviación, veremos que siempre aparecen los mismos nombres. El 4 de junio de 1783 los hermanos Montgolfier hacen volar el primer globo aerostático sobre Francia. El 17 de diciembre de 1903 otro par de hermanos, éstos de Ohio (EEUU), los Whright, hacen volar la primera máquina a motor de la historia que en 1905 patentan con el nombre de aeroplano. ¿Pero que hay del helicóptero?; oficialmente, el primero pilotado y motorizado fue el del eslovaco Jan Bahyl, aunque el primer aparato controlable en vuelo y producido en cadena fue fabricado por Igor Sikorsky en 1942. ¿Y a quién se dice que le deben sus inventos?, pues al ingeniero español Juan de la Cierva y su Autogiro... ¿Seguro?

Otra forma de volar

Pere de Son Gall conocía de los logros pioneros; sabía de la primera travesía tripulada de una avión sobre el Atlántico en 1914 y del boom aéreo en Europa; pero también de la peligrosidad y los accidentes en despegues y aterrizajes. Había que desafiar de un modo distinto a la gravedad, así que empezó a pensar en un proyecto (casi) secreto. Entre 1919 y 1920 redactó su teoría y empezó a esbozar su ingenio, como Leonardo da Vinci, como Cervantes entre molinos.

El Cometagiroavió, para elevarse en vertical, debía seguir el principio físico de acción-reacción, con dos categorías de palas: unas para el movimiento en sentido ascendente y descendentes y las otras para el horizontal. Tan simple como innovador. Pero no tenía dinero. En 1918 tuvo que abandonar sus estudios, a lo que se unió, dos años después, la muerte de su progenitor. Pere quedó como responsable de su madre y hermana. Había llegado el momento de pedir ayuda, de desvelar lo que había descubierto. Pero la administración mallorquina le cerró las puertas.

Entonces pensó en el capitán general del Ejército en aquellos momentos, Valeriano Weyler. El 8 de abril de 1921 le escribió una carta, pensando que su origen isleño y su influencia en el Gobierno de Madrid podrían desencallar su sueño. “La idea de Pere de Son Gall no era solamente intuitiva, sino que estaba fundamentada en los principios básicos de la física, que él conocía y había estudiado. No es cierta, por tanto, la afirmación según la cual nuestro inventor no tenía conocimientos culturales ni científicos”, afirma el profesor Joan Salvà i Caldés, autor de libros y estudios sobre Sastre Obrador y firme defensor de su hallazgo; “Existía un proyecto de la idea, con cálculos y planos, pero hacía falta la financiación dada la complejidad técnica y la dificultad de conseguir los materiales idóneos en territorio español”.

La alargada sombra del plagio

Weyler le pide más información para cotejar los datos y poder estudiar así su validez en la aplicación social y militar. Pere acepta enviarle los planos y cálculos de estabilidad y despegue en vertical, no sin antes pedirle que procure guardarle el secreto. La contestación apenas tarda veinte días. El 30 de mayo de 1921, el general palmesano responde tajante: “La idea que en dicho escrito y proyecto se expone no tiene aplicación práctica”.

Curiosamente, en julio de ese mismo año, el Real Aeroclub de Madrid establece un premio de 5.000 pesetas, para quien presente un aparato que pueda levantarse directamente del suelo sin necesidad de pista. El llucmajorer vuelve a escribir por tercera vez a Weyler, que le explica que él no interviene en dichos asuntos y que, si quiere, se ponga en contacto con el General Jefe de la sección de Aeronáutica del Ministerio de la Guerra. Un ‘vuelva usted mañana’ en toda regla. Pero ahí está la clave: ¿Quién era en esos momentos el ministro de la Guerra y amigo de Valeriano Weyler?, pues Juan de la Cierva Peñafiel, abogado, empresario y padre del ingeniero que patentaría poco después el Autogiro.

El Autogiro logró volar por primera vez en enero de 1923 pero, pese a aplicar el mismo principio físico del Cometagiroavió y un rotor con palas, no podía ascender ni aterrizar sin un impulso en carrera, por lo que no podría considerarse precursor del helicóptero. Pere de Son Gall, antes de desechar definitivamente la idea de una subvención estatal para su máquina, se lo recrimina al propio Weyler: “He de hacer notar que el ministro de la Guerra era el Sr. Juan de la Cierva y que, poco después, su hijo daba a conocer la producción de su autogiro, que se asimilaba bastante a mis proyectos remitidos”. Pero ya parecía demasiado tarde. La creencia del plagio le atormentó hasta su muerte.

Sólo le quedaba demostrar ante la sociedad lo que él había inventado sobre el papel. Materializarlo. Solo. En 1925 reemprende el proyecto, busca donativos. Algunos empresarios ofrecen su dinero, siempre a cambio de la participación en los futuros beneficios de su comercialización.

Consigue comprarle una Harley Davidson a la Guardia Civil para extraerle el motor de dos cilindros que inserta sobre una estructura híbrida de tres cuerpos unidos por barras metálicas: el de abajo formada por dos estructuras cilíndricas semejantes a las de un hidroavión, un cuerpo intermedio de madera donde colocar el motor y la hélice para el posterior desplazamiento en horizontal y, finalmente un conjunto de cuatro grandes palas, dos girando hacía un lado y las restante en el otro, lo que en teoría debía crear un impulso hacia arriba. Pero al Harley Davidson le falta potencia y revoluciones, así que tuvo que viajar a Francia a comprar otro. Y voló.

Lamentablemente el principio fue el final de la historia. Abatido por la falta de repercusión y los avances de ingenieros e inventores con muchos más recursos, Pere de Son Gall se arruinó en el intento. ‘Escondió’ su Cometagiroavió en su finca. Quien quisiera verlo debía pagar una entrada: una peseta las señoras y cuatro los caballeros. Hoy en día se puede admirar una copia de 1984 a escala 3:4 del prototipo (con partes conservadas del original) en el claustro de Sant Bonaventura de Llucmajor.

Compartir el artículo

stats