Para comprar. Para informase sobre nuevos productos. Para mirar. Para pasear. Para comer... Objetivos diversos para decenas de miles de visitantes que ayer acudieron al Dijous Bo. Llegan en solitario, en pareja o en familia. Diario de Mallorca ha hablado con los protagonistas de la feria: el público. Coinciden en que es la más importante de Mallorca y en que es grandiosa. Agradecen el buen tiempo como una parte fundamental del éxito. Y, por supuesto, tienen aspectos que criticar. Pero todos piensan volver.

Mita Ramis, que es de Palma, ha llegado acompañada por toda su familia para disfrutar de una jornada de paseo aprovechando el buen tiempo de este mes de noviembre. Ella y sus compañeros han acudido al bar Cristal, lo que les ha llamado la atención porque también son usuarios del establecimiento con el mismo nombre de Palma. Su objetivo del día: "Comprar turrones y olives per a trencar".

Magdalena Seguí y su marido, Mateu Bestard ya lucen la chapa del Dijous Bo que han regalado el Ayuntamiento de Inca y Diario de Mallorca. Un poco agobiados por la multitud que recorre las calles de la capital del Raiguer, a mediodía no saben por donde ir "para encontrar poca gente". Ellos ya han firat antes de ir a comer a casa de una hija que vive en Inca.

Andrés Rodríguez se ha fijado en que la presencia policial ha aumentado de forma espectacular. Como residente en el municipio cree que de esta forma se ha logrado minimizar los incidentes de la víspera en otras ediciones.

Clara Casado, que también vive en Inca, disfruta con el sentido original de la feria: "Me han gustado mucho los animales". Recorre las calles acompañada de la familia. Los niños son quienes más han disfrutado con los lechones de porc negre, que algunos se animaban a acariciar.

Visitantes asiduos

Toni Artigues estudia para ser auxiliar de enfermería y es de Sencelles. Pertenece al colectivo de gente que jamás se pierde el Dijous Bo. Ha entregado un examen y después se ha saltado el resto de las clases. Los visitantes discrepan sobre si hay más o menos gente que otros años. Toni es contundente: "Por la mañana hay más gente". Los estudiantes andan escasos de dinero, razón más que poderosa para renunciar a comer en un celler y apostar por uno de los numerosos puestos callejeros que se encuentra a cada paso.

Isabel Castillo y Daniel Vargas estaban decidiendo si iban a comer algo en la feria -"es algo carito"- o regresarían a casa para reponer fuerzas.

Maria Villalonga anda un poco despistada: "Han cambiado la ubicación de los puestos con respecto a otros años".