La localidad de Pollença se transformó ayer en un gran escaparate al aire libre en el que los artesanos locales tuvieron la oportunidad de exhibir sus creaciones originales. La XXXII edición de la Fira d'Artesania superó las expectativas y, animada por un sol más primaveral que propio de esta época del año, recibió la visita de miles de personas que colapsaron con sus vehículos los principales accesos a la localidad y aportaron el ambiente a las calles más céntricas de Pollença, en las que en ocasiones era difícil avanzar.

El epicentro de la feria se ubicaba, un año más, en el claustro del convento, decorado para la ocasión con motivos artísticos. En el centro del claustro actuaron diferentes grupos musicales y los visitantes pudieron disfrutar de jugosos aperitivos saboreando tranquilamente el ambiente.

En el interior de la iglesia, una veintena de artesanos locales instalaron sus composiciones, con piezas tan originales como un sofá creado a partir de la estructura de una vieja barca o una serie de guitarras eléctricas realizadas a mano, entre otros elementos igualmente interesantes.

Pero no toda la feria se concentraba en el claustro. Las calles más céntricas de Pollença se llenaron de paradas comerciales. Más de 150 puestos de venta ofrecían todo tipo de productos a los visitantes, que también tuvieron la oportunidad de ver diferentes exposiciones. En la Plaça Major, la gran carpa ubicada en el centro sirvió de escenario para diversas actividades culturales.

La Via Pollentia era uno de los otros ejes principales de la feria. En esta calle se instalaron hasta catorce carpas para que los comerciantes locales pudieran mostrar sus productos. Además, la feria estuvo amenizada en todo momento por espectáculos callejeros.