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Historia del comercio

Can Jordi sobrevive en Llucmajor

La centenaria tienda, situada en plena plaza Espanya, reabrió con motivo de las 'Fires'

Especias, café, queso, caldos, pasta, ultramarinos, baldosas hidráulicas, cerillas, cartas, artículos de escritorio (plumines, cuadernos...), cajas metálicas, alcohol (coñac, anís, ron, vermut...), productos de belleza (colorete, colonias...). Todo esto y más es lo que se vendía en la antigua tienda Can Jordi, abierta por Jordi Noguera en 1888 en un edificio de la calle Pescadors de Llucmajor. Dicho establecimiento se desplazó a la céntrica plaza Espanya en torno a los años 20 y cerró sus puertas, regentando el negocio Margalida Noguera (nieta del fundador fallecida en junio de 2014) hacia 1990.

Con motivo de la reciente celebración de las tradicionales y emblemáticas Fires de Llucmajor, la ciudadanía residente en el municipio y visitantes de otras múltiples procedencias pudieron conocer tan singular establecimiento comercial o rememorar con cierta nostalgia el pasado debido al montaje de la exposición póstuma La pintura expresionista de Morlá. Olis i aquarel·les (Miquel Mulet Morlá falleció hace varios meses). Unos cuadros protagonizados por paisajes mallorquines llenos de color y sentimiento, sobresaliendo por ejemplo una majestuosa Cala Pi.

En dicho inmueble, el número 8 (exactamente entre un salón de belleza y el bar Pou), se desprende el carácter histórico de uno de aquellos comercios con indiscutible solera. A la actual propiedad le encantaría poder tener la posibilidad de conservar tan genuinas características patrimoniales.

A destacar diversos elementos, máquinas, espacios, objetos y hasta alimentos que todavía hoy existen en la botiga, como la máquina de moler café (el tostado era muy apreciado por los clientes), la formatgera, los mostruarios de baldosas artesanas, especias (de muy buena calidad, también importadas), los cuadernillos impresos a cargo del propio Jordi Noguera con las tablas de multiplicar, sistema de pesas y medidas, etc., las botellas de alcohol y colonias, productos químicos, las balanzas, el celler... No falta un espectacular taulell (mostrador) y armarios-cajones de la época.

Asimismo, en el despacho original de Jordi Noguera se mantiene su escritorio, con plumines incluidos. Su rostro preside esta dependencia. Al lado de este retrato en blanco y negro, un diploma del ayuntamiento de Llucmajor con motivo de las Fires de 1988 agradece a la familia de Can Jordi su colaboración a raíz del Centenari de la seva botiga.

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