La feria de la Serra de Tramuntana congregó ayer a miles de visitantes en la plaza dels Pelegrins de Lluc. El certamen, que desde que el Govern balear dejó de implicarse -hace cinco ediciones-, organiza de forma más modesta el santuario y el Ayuntamiento de Escorca dio la impresión de haber dejado atrás sus horas bajas de otros años y renacer con energía.

Ayer no se vieron los puestos de payeses que ya hace años que se echan en falta, pero si se suplieron perfectamente con artesanos del ramo de la gastronomía local. Así los puestos de charcuteros, mieleros, pasteleros, almendras, mermeladas, vinos y cervezas -como la denominada especialmente como Lluc- o turroneros ofrecieron la más digna representación de los productos típicos de la zona.

Artesanos

Junto a éstos, el santuario colocó a artesanos de variados gremios y puestos promocionales. De esta forma se pudieron adquirir ayer magníficos objetos de decoración personal elaborados por varios bisuteros; albarcas y zapatillas artesanales de lona, esparto e incluso de pita. Junto a ellos también la peculiares ondas mallorquinas del especialista Enrique Camuñas, de Campanet.

La representación artesanal fue, en verdad, muy variada, se pudieron adquirir cuchillos y herramientas de Consell, prendas de lana tejidas a mano de Binissalem, cremas de aceite de oliva o almendra de Caimari, artesanía en madera de olivo e incluso libros antiguos.

Plantas y hongos

El Santuario hizo su peculiar exposición mostrando plantas, árboles y hongos de su jardín botánico. Así, se pusieron a la venta varios cestitos de deliciosos picornells. Tuvo su puesto para los blavets, promocionando la escolanía y a la vez recaudando para el viaje de estudios de los alumnos mediante la venta de cocas y bollos.

El Ayuntamiento, por su parte, organizó una exposición de fotografías antiguas de casas de possessió del término municipal, así como de sus accidentes geográficos más singulares como el Torrent de Pareis. El esfuerzo de este año se notó puesto que la afluencia de visitantes triplicó la de un fin de semana normal y se llegó a colapsar el aparcamiento.